EL JUICIO CONTRA MANNING, UNA FARSA
(Parte 1 - continua mañana)
ENTREVISTA
CON “LA JORNADA” DE MÉXICO EN LA
EMBAJADA DE ECUADOR EN LONDRES.
Periodista
enviado: PEDRO MIGUEL. Editada el 11 de junio 2013 en “La Jornada”
Londres.
El juicio contra el soldado Bradley Manning, es una farsa: su resultado está decidido de
antemano, sostiene Julian Assange, fundador y editor de Wikileaks organización más odiada y perseguida por
Washington después de Al Qaeda. En el proceso, la defensa está atada de
manos y la fiscalía busca, además de
sentar un precedente, establecer “un control totalitario sobre todos los
empleados gubernamentales” y una fase preparatoria para un juicio “contra
Wikileaks y contra mí”. Desde su refugio en la embajada de Ecuador en
Londres, el australiano ofreció una extensa entrevista a este diario en la que
abordó, además del proceso contra
Manning, las perspectivas y propósitos del propio Assange como candidato al
parlamento de Australia, el papel de los medios tradicionales, la eclosión de
información independiente en Internet, la politización creciente de la red,
el papel de los poderes fácticos en la política estadunidense, el realineamiento de Suecia como aliado estrechísimo y subordinado de Washington. Y otros asuntos. La plática tiene lugar en una desangelada oficina de la representación ecuatoriana, a no más de cuatro metros de distancia del policía británico cuya gorra se asoma por la ventana elevada del recinto. Afuera la vida londinense bulle con normalidad, animada por la clientela de Harrods, la tienda departamental situada a una cuadra. Posiblemente los dos uniformados ubicados afuera de la embajada se dediquen con sinceridad a procurar la seguridad de ésta. Para garantizar que Assange no escape hay un enjambre de agentes “secretos” –las comillas vienen a cuento porque son inconfundibles en cualquier país–
que pulula por la calle de Hans Crescent y las aledañas. Son de varias agencias y no sólo británicos (del MI5, oficialmente encargado de “proteger al Reino Unido de amenazas contra la seguridad nacional”), sino también estadunidenses, a decir del vigilado.Sin embargo, nadie obstruye el acceso ni pregunta nada ni revisa maletas cuando se ingresa a la representación diplomática. Uno toca el timbre, un empleado de la embajada abre la puerta, franquea el paso e invita a tomar asiento en un amplio despacho. A los pocos minutos, Assange emerge del fondo de la embajada.
(La entrevista completa en “La Jornada”)
el papel de los poderes fácticos en la política estadunidense, el realineamiento de Suecia como aliado estrechísimo y subordinado de Washington. Y otros asuntos. La plática tiene lugar en una desangelada oficina de la representación ecuatoriana, a no más de cuatro metros de distancia del policía británico cuya gorra se asoma por la ventana elevada del recinto. Afuera la vida londinense bulle con normalidad, animada por la clientela de Harrods, la tienda departamental situada a una cuadra. Posiblemente los dos uniformados ubicados afuera de la embajada se dediquen con sinceridad a procurar la seguridad de ésta. Para garantizar que Assange no escape hay un enjambre de agentes “secretos” –las comillas vienen a cuento porque son inconfundibles en cualquier país–
que pulula por la calle de Hans Crescent y las aledañas. Son de varias agencias y no sólo británicos (del MI5, oficialmente encargado de “proteger al Reino Unido de amenazas contra la seguridad nacional”), sino también estadunidenses, a decir del vigilado.Sin embargo, nadie obstruye el acceso ni pregunta nada ni revisa maletas cuando se ingresa a la representación diplomática. Uno toca el timbre, un empleado de la embajada abre la puerta, franquea el paso e invita a tomar asiento en un amplio despacho. A los pocos minutos, Assange emerge del fondo de la embajada.
(La entrevista completa en “La Jornada”)
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