viernes, 16 de agosto de 2013

¿QUÉ FALLÓ PARA QUE SIGA SIENDO DE LOS PAÍSES MÁS DESIGUALES DEL MUNDO?

BRASIL:
LA OTRA CARA DEL MILAGRO

Escribe
 LEANDRO MORGENFELD (*)
Fuente “Debate” Argentina
14 de agosto 2013

(*)LEANDRO MORGENFELD ( ARGENTINA) nació en Buenos Aires en 1977. Cursó la carrera de Historia en la Universidad de Buenos Aires, en la que es docente y también es profesor en ISEN. Investigador del CONICET. Autor del libro “Vecinos en conflicto “Argentina-Estados Unidos en las conferencias panamericanas” (Ed. Continente, 2011),y  de “Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos” (Capital Intelectual, 2012)   


Cada vez más frecuentemente se leen o escuchan referencias al milagro brasileño. Un país que tardó tantas décadas en reemplazar el imperio por una república y en
abolir la esclavitud, asolado por la miseria y bien latinoamericano, parecía en el siglo XXI aproximarse inexorablemente al liderazgo mundial. Brasil se transformó en la sexta economía mundial, un activo miembro del exclusivo grupo de emergentes premium, los BRICS, y un protagonista en foros multilaterales como las Naciones Unidas. Además, el brasileño Roberto Azevedo acaba de ser nombrado director de la OMC, y organizarán el próximo Mundial de Fútbol y las Olimpíadas. Empresas brasileñas se expanden por África, Oriente Medio, América
Latina y el Caribe. La cancillería brasileña es frecuentemente elogiada por haber logrado esa proyección global “exitosa”. Sin embargo, el hechizo pareció romperse hace pocas semanas. O, al menos, los análisis simplistas sobre la realidad brasileña. El 20 de junio último, cuando cerca de un millón y medio de manifestantes salieron a las calles en todo el país, un grupo invadió e intentó incendiar el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores. ¿Tienen alguna relación las movilizaciones con las políticas de la cancillería brasileña? Aunque no directamente,
la explosión de demandas sociales y la crisis política plantean la necesidad de una revisión crítica de la inserción internacional y la política exterior del gigante del sur. Se requiere una reflexión más profunda: ¿es Brasil realmente una potencia? ¿Cuáles son las debilidades de su inserción internacional? ¿Qué falló en el milagro brasileño, para que siga siendo uno de los países más desiguales del mundo? ¿Es acertada la estrategia de morigerar el enfrentamiento con las potencias del norte en función de un poco probable ingreso con asiento permanente al Consejo de
Seguridad de la ONU? La política exterior brasileña, durante los diez años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), tuvo un alto impacto: derrota del ALCA, victorias en la OMC en la lucha contra los subsidios distorsivos de Estados Unidos, Europa y Japón, oposición a la invasión a Irak, integración latinoamericana por fuera de la órbita de Washington (ampliación del Mercosur, creación de la Unasur y la Celac), cumbres América del Sur-Países Árabes (ASPA). Brasil se transformó en un protagonista en foros multilaterales (ONU, G-20 financiero), gracias a la convergencia con otros emergentes. Intentó mediar en el conflicto Palestina-Israel, en la crisis con el Líbano y en las relaciones con Irán. Además, fue sede de la Cumbre medioambiental Río+20 y recibió al Papa Francisco en su primera gira internacional.
(Nota de  Leandro Morgeneld)

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