Fuente:
Revista “SOBERANIA ALIMENTARIA”
http://revistasoberaniaalimentaria.wordpress.com
Publica “Eco Portal”
http://revistasoberaniaalimentaria.wordpress.com
Publica “Eco Portal”
28 de agosto 2013
El
planeta se está quedando sin agua dulce, y sin ella la vida es imposible. La
urbanización de nuestros modos de vida es un factor fundamental de la actual
demanda de agua. El ser humano cabalga sobre un sistema capitalista cuya meta
es acumular beneficio económico, y avanza tan rápido que ha perdido visión
sistémica -somos interconexiones, somos un planeta-, sólo ve su realidad y el
corto plazo. De esta manera estamos destruyendo nuestras fuentes de agua: la
extraemos de ríos o acuíferos para la agricultura, la industria, para beber…
mucho más rápido de lo que la naturaleza la puede reponer; la desviamos por
tuberías hacia cultivos que la necesitan pero también para cultivos poco
apropiados al clima y al territorio, para
regar campos de golf o para los
monocultivos de agrocombustibles que están invadiendo el continente africano;
el abastecimiento de agua de las enormes zonas urbanas es muy exigente;
comerciamos millones de litros de “agua virtual”, incorporados en la enorme
cantidad de productos que recorre fronteras bajo los dictámenes de un modelo de
consumo y de alimentación desconectadas de los ritmos de la naturaleza; la
deforestación y degradación que
hacemos de nuestros bosques acaba reduciendo la
cantidad de lluvia que recibimos; y desde luego el cambio climático que el ser
humano está provocando es responsable de una mayor evaporación de las aguas
superficiales y está derritiendo los glaciares. Y así nos encontramos que la
provisión de agua dulce ya no alcanza a nivel mundial (en 2008, una de cada
cinco personas en el mundo ya no tienen acceso a agua potable segura) y se
prevé que para 2025, el promedio mundial de abastecimiento de agua por
habitante disminuirá en un tercio, significando que dos
tercios de los
habitantes del planeta habrán de enfrentar escasez de agua. Frente a este grave
problema las únicas respuestas que la mayoría de gobiernos nos presentan son
equivocadas o insuficientes. En pro a una supuesta mejora de la eficiencia, una
ola de privatización del agua recorre todos los países, buscando convertirla en
una mercancía lucrativa y acabar con los sistemas públicos locales o
comunitarios de gestión y preservación del agua. En todo el mundo la
agricultura representa un 70% del agua que se extrae, pues lógicamente el agua
es fundamental para la producción mundial de alimentos. Un acceso fiable al
agua, tanto en los cultivos de secano (de la lluvia)
como en los de regadío (de ríos o acuíferos), permite la producción agrícola, ofrece un suministro estable de alimentos y posibilita la vida en el medio rural. Pero hoy ya numerosas cuencas fluviales están sobreexplotadas, están al límite y en la medida en que el cambio climático haga aumentar la frecuencia de la sequía y las inundaciones será más difícil para las y los agricultores prever el suministro de agua, lo que se volverá un nuevo obstáculo para la alimentación. Frente a las multinacionales de la agricultura y la alimentación a y las políticas neoliberales que la secunda, nace la respuesta de la Soberanía Alimentaria, que construye una alternativa sensata y necesaria: desde políticas que sitúen al campesinado en el centro del sistema agroalimentario, se deben impulsar y recuperar agriculturas, adaptadas a cada territorio, pensadas en alimentar a la población local, a la vez que se convierten en un medio de vida digno para las y los campesinos.
(El
artículo de revista “Soberania Alimentaria”)
como en los de regadío (de ríos o acuíferos), permite la producción agrícola, ofrece un suministro estable de alimentos y posibilita la vida en el medio rural. Pero hoy ya numerosas cuencas fluviales están sobreexplotadas, están al límite y en la medida en que el cambio climático haga aumentar la frecuencia de la sequía y las inundaciones será más difícil para las y los agricultores prever el suministro de agua, lo que se volverá un nuevo obstáculo para la alimentación. Frente a las multinacionales de la agricultura y la alimentación a y las políticas neoliberales que la secunda, nace la respuesta de la Soberanía Alimentaria, que construye una alternativa sensata y necesaria: desde políticas que sitúen al campesinado en el centro del sistema agroalimentario, se deben impulsar y recuperar agriculturas, adaptadas a cada territorio, pensadas en alimentar a la población local, a la vez que se convierten en un medio de vida digno para las y los campesinos.
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