LAS BOMBAS DE
LOS ESTADOS UNIDOS
Escribe
JEFFREY D. SACHS (*)
Importante economista, asesor
de NN UU.
Con posición crítica a la
política de EE UU.
Fuente “Contrapunto”
Tradujo del ingles: Carlos Manzano.
9 de
septiembre 2013
(*) JEFFREY SACHS
(1954) Es un economista estadounidense. Estudió en la Universidad de Harvard,
donde obtuvo su graduación, maestría y doctorado. Es profesor de
economía, desarrollo sustentable y administración de políticas de salud. Es
Director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Se le
considera uno de los economistas más importantes del mundo. Asesor
Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de
Desarrollo del Milenio.
Cuando el Congreso de los Estados Unidos examine la cuestión
de autorizar o no la intervención militar en Siria, sus miembros deben tener
presente una verdad
fundamental: si bien el Presidente de Siria, Bashar Al
Asad, ha recurrido repetidas veces a una violencia extrema para conservar el
poder, los Estados Unidos –y otros gobiernos de Oriente Medio y de Europa–
comparten la responsabilidad de haber convertido a Siria en un campo de
exterminio. Dichos gobiernos, encabezados por los EE.UU., han procurado
explícitamente el derrocamiento violento de Asad. Sin su participación, lo más
probable es que el régimen de Asad habría seguido siendo represivo; con su
participación, Siria se ha convertido en un lugar de muerte y destrucción en
gran escala. Más de 100.000 personas han muerto y muchos de los tesoros
culturales y arqueológicos del mundo han resultado destrozados. La guerra civil
de Siria ha tenido dos fases. La primera, a partir, más o menos, de enero de
2011 hasta marzo de 2012, fue en gran medida un asunto interno. Cuando en enero
de 2011 estalló la “primavera árabe” en Túnez y Egipto, estallaron también las
protestas en Siria. Además de las
reivindicaciones habituales bajo un régimen
brutal, los sirios padecían una sequía generalizada y unos precios de los
alimentos por las nubes. Las protestas pasaron a ser una rebelión militar
cuando parte del ejército sirio rompió con el régimen y creó el Ejército Libre
Sirio. Probablemente la vecina Turquía fuera el primer país que apoyó la
rebelión en el terreno, al ofrecer refugio a las fuerzas rebeldes a lo largo de
su frontera con Siria. Aunque la violencia iba en aumento, el número de
víctimas mortales no había superado los millares y no llegaba a las decenas de
millares. La segunda fase comenzó cuando los EE.UU. contribuyeron a la
organización de un gran grupo
de países para respaldar la rebelión. En una
reunión de ministros de Asuntos Exteriores celebrada en Estambul el 1 de abril
de 2012, los EE.UU. y otros países prometieron apoyo logístico y financiero
activo para el Ejército Sirio Libre. Lo más importante fue que la entonces
Secretaria de Estado, Hillary Clinton, declaró: “Creemos que Asad debe
marcharse.”Esa simple declaración, sin medio claro alguno para lograr el
objetivo que anunciaba, ha contribuido mucho a intensificar la escalada militar
y a aumentar el número de víctimas mortales en Siria, al tiempo que obligaba a
los EE.UU. a defender repetidas veces su “crédito” frente a una línea en la
arena que no debería haber trazado.
(
La nota de Jeffrey Sachs)
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