DE CUANDO EL ZORRO (MONSANTO)
COMPRÓ
EL GALLINERO (BEEOLOGICS)
FUENTE
“TERRA G
6 de
septiembre 2013
Información elaborada a partir de varios artículos: The
Fox (Monsanto) Buys the Chicken Coop (Beeologics) de Richard Schiffmann en The Huffington Post, Mystery of the disappearing bees:
Solved! de Richard Schiffmann en Reuters, COAG reclama al Ministerio de Agricultura
controles específicos para comprobar la exposición real de las abejas melíferas
a los insecticidas neurotóxicos, fabricados por multinacionales como Bayer
del Gabinete de Comunicación de Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos
(COAG), La UE relaciona los pesticidas con la muerte masiva de las abejas,
de Javier Salas en Materia. Actualización Mayo 2013 desde www.euractiv.com
Si se
tratara de una novela, el público criticaría la trama por parecer demasiado
exagerada: productivas colonias de abejas desaparecen de la noche al día sin
dejar rastro, los cuerpos de las víctimas nunca se encuentran. Pero no es
ficción, es lo que está sucediendo en un tercio de las colmenas comerciales de
abejas en Estados Unidos, -más de un millón de colonias de cada año-, y en
similares proporciones en la Unión Europea. Colmenas aparentemente sanas vuelan
para no volver nunca más. La abeja reina y madre de la colmena es abandonada a
su suerte y muere de hambre.
Una abeja
etiqueta con un microchip RFID para el seguimiento de sus movimientos. Foto ©
Science / AAAS.
Miles de
científicos han estado investigando este caso durante los últimos 15 años,
tratando de determinar por qué las abejas del mundo están desapareciendo en cantidades
alarmantes. "Ésta es la
mayor amenaza para nuestro suministro de alimentos",
según Kevin Hackett, el líder del programa de abejas y polinización del Departamento de Agricultura
estadounidense.
Hasta hace
poco, las evidencias encontradas no eran concluyentes sobre las causas que
provocan el misterioso "desorden del colapso de colonias" (CCD, Colony
Collapse Disorder en inglés y "síndrome de despoblamiento de las colmenas", en
español), que amenaza el futuro de todo el mundo apícola. Sin embargo, varios
estudios recientes señalan con el dedo acusador a un culpable que muchos han
sospechado desde el principio: una clase de pesticidas conocidos como neonicotinoides.
LOS EFECTOS DE LOS HERBICIDAS
¿Por qué uno
de los mayores proveedores de pesticidas, semillas genéticamente modificadas y agroquímicos
del mundo, como Monsanto, quiere comprar una empresa que ha estado buscando
soluciones a las crecientes amenazas sobre la población de abejas del mundo, como Beelogics?
La portavoz
de Monsanto Kelli Powers
dice que es para
echar una mano a la nueva empresa, y por eso la
adquirieron en
septiembre de 2011. Beeologics desarrolló
un producto llamado Remembee, un agente antiviral que proclaman que
ayudará a contener la marea de CCD que ha llevado a la desaparición de millones
de abejas durante la década pasada. La raíz del problema, sin
embargo, puede no ser el virus al que apunta este producto Remembee, -un
agente químico que interfiere en el ARN, un mecanismo que bloquea la expresión
de los genes de las abejas-, sino que el causante del CCD sean los herbicidas e
insecticidas agroquímicos que empresas gigantes como Monsanto, Dow y Bayer han estado vendiendo y promoviendo entre
los agricultores de todo el mundo.
Ésta es la
conclusión de cuatro estudios recientes que implican a una clase d
e pesticidas neurotóxicos, llamados neonicotinoides o
"neonics", que se han aplicado actualmente en 142 millones de
hectáreas de maíz, trigo, soja y algodón, solamente en EE.UU. Estos pesticidas
también son un ingrediente común en una amplia variedad de productos de
jardinería doméstica en todo el mundo. Según las conclusiones de la
investigación que se publicó
en la revista Science en marzo de
2012 (Field Research on Bees Raises Concern About Low-Dose Pesticides),
los pesticidas neonics son absorbidos por el sistema vascular
de las plantas y contaminan el polen y el néctar que las abejas encuentran
durante sus vuelos. Los neonics son un veneno para el sistema nervioso
de estos polinizadores, desorientan a sus víctimas, y parecen dañar la
habilidad de orientación de las abejas, -lo que puede ayudar a explicar su
misterioso fracaso en conseguir regresar a la colmena.
En otro estudio realizado
por entomólogos de la Universidad de Purdue y publicado en la revista
Environmental Science and Technology de la American Chemical Society (Assessment
of the environmental exposure of honeybees to particulate matter containing
neonicotinoid insecticides coming from corn coated seeds), los científicos
encontraron que el polvo que estos pesticidas neonics liberan al aire en
el momento de la siembra tuvo "efectos letales compatibles con el fenómeno
de las pérdidas de colonias observados por los apicultores." Observaron
como las abejas en las colmenas infectadas presentaban temblores, falta de
coordinación y convulsiones; todos los síntomas de una intoxicación aguda por
este insecticida.
Un tercer estudio de la
Escuela de Salud Pública de Harvard recreó el desorden del colapso de colonias
en varias colmenas de abejas simplemente mediante la
administración de pequeñas
dosis de un pesticida neonic popular, el imidacloprid. Observaron cómo
con la simple aplicación de imidacloprid en una colonia de abejas, éstas
presentaban los mismos signos que una colmena con CCD. Este estudio seguía el
camino abierto por dos estudios
anteriores sobre
abejas reinas perdidas y abejas que se perdían en su camino de vuelta a la
colmena.
Otro estudio
publicado en la revista Nature, ofreció nuevas claves en octubre de 2012 para
entender cómo perjudican estos plaguicidas a las colonias de polinizadores. Los abejorros mueren
el doble al exponerse a una combinación de pesticidas comunes, como neonicotinoides y
piretroides, y ven mermada su capacidad para la recoleción de alimentos, según este trabajo de la Universidad de Londres. En
muchos casos, las abejas intoxicadas mueren al regresar a la colmena, pero en
otros muchos los insecticidas provocan que la abeja se desoriente tanto, que no
sea siquiera capaz de volver.
Los
estudiosanteriormente citados muestran una relación clara entre el uso de pesticidas
en el campo, -en comparación con el laboratorio-, y los grandes descensos en el
número de abejas en las colmenas. Al igual que muchos productos químicos, sólo
porque los plaguicidas neonicotinoides no matan a
las abejas
inmediatamente en el laboratorio de ensayos, no significa que no
tengan un impacto desastroso. Estos estudios plantean preguntas a los actuales
procedimientos de autorización de productos plaguicidas. Hasta el momento, sólo
se exige a los fabricantes que aseguren que las dosis encontradas en el campo no
matan a las abejas, pero ignoran las consecuencias de las dosis que no las
mata, pero que les puede causar problemas de conducta.
Además,
cuando se usan, los pesticidas neonicotinoides se vuelven
omnipresentes en el ambiente y pueden persistir durante meses o años. Estos
pesticidas sistémicos se transfieren a todos los tejidos a medida que las
plantas crecen y, eventualmente, contaminan el néctar y el polen. No solo las
abejas libando miel están expuestas directamente, sino también el resto de la
colmena que, al regresar estos individuos intercambian material contaminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario