SANGRE, LODO Y CAPITALISMO
Escribe
JOSÉ PABLO FEINMANN (*)
Fuente “Página 12” Bs. As,
13 de octubre 2013
(*)
JOSÉ PABLO FEINMANN (Buenos Aires, 1943) Es un filósofo, docente, escritor,
ensayista, guionista y conductor de radio y televisión argentino. Es licenciado
en Filosofía y fue profesor universitario en la Universidad de Buenos Aires. Su
programa recibió 5 estrellas de 5. En él despliega las propuestas de los
grandes pensadores de todos los tiempos. Con Horacio González es autor del
libro “Historia y pasión”, que reúne un fructífero diálogo entre ambos
El presente texto busca ser una guía para el
estudio histórico, religioso y filosófico del despegue del capitalismo. Cuando
los conquistadores y los historiadores de este inclaudicable sistema lo
interpretan como la civilización, como la pesada carga
del hombre blanco que
rescata a los pueblos subalternos de su barbarie para dirigirlos hacia el
progreso que ellos encarnan, hablan de la invasión a las tierras de América en
términos de “descubrimiento”. Para ellos –para el Occidente capitalista– lo
fue. Lo que Europa miraba era “descubierto”. Se “descubría” a los pueblos
salvajes para conducirlos a la civilización. Escribe Hegel: “El Nuevo Mundo
quizá haya estado unido antaño a Europa y Africa (...) La conquista del país
señaló la ruina de su cultura, de la cual conservamos noticias; pero se reducen
a hacernos saber que se trataba de una cultura natural, que había de perecer
tan pronto como el espíritu se acercara a ella (...) Los indígenas, desde el
desembarco de los europeos, han ido pereciendo al soplo de la actividad europea
(...) mucho tiempo ha de transcurrir todavía antes de que los
europeos
enciendan en el alma de los indígenas un sentimiento de propia estimación”
(Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Introducción especial:
El Nuevo Mundo). Señalemos la sinonimia que se establece entre el capitalismo
occidental en busca de riquezas y “el espíritu”. Cuando Colón “descubre”
América, ésta es descubierta por el espíritu. ¿Qué podrá decir Hegel de los
africanos? Cito: “El negro representa el hombre natural en toda su barbarie y
violencia; para comprenderlo debemos olvidar todas las representaciones
europeas. Debemos olvidar a Dios y a la ley moral. Para comprenderlo
exactamente, debemos hacer abstracción de todo
respeto y moralidad, de todo
sentimiento. Todo esto está de más en el hombre inmediato, en cuyo carácter
nada se encuentra que suene a humano (...) Si pues en Africa el hombre no vale
nada, se explica que la esclavitud sea la relación jurídica fundamental”
(idem). En su diario, Colón escribe sobre los arawaks de las Antillas: “No
llevan armas, ni las conocen. Al enseñarles una espada, la cogieron por la hoja
y se cortaron al no saber lo que era. No tienen hierro. Sus lanzas son de caña
(...) Serían unos criados magníficos (...) Con cincuenta hombres los
subyugaríamos a todos y con ellos haríamos lo que quisiéramos” (citado por
Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos, Siglo XXI). Al mismo
tiempo, España había expulsado de su santo territorio a los judíos y a los
musulmanes. La reina Isabel ya había aceptado los castos proyectos de
Torquemada y lo autorizó a castigar a los pecadores y herejes. El Santo Oficio
empezaba su tarea: limpiar a las almas impuras de Europa en tanto Colón llevaba
el espíritu a los nuevos territorios.
(La
nota de Jose Pablo Feinmann)
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