¿FIN
O PRINCIPIO?
Escribe
DAVID BROOKS (*)
Corresponsal en EE. UU.
de “La Jornada” Mx .
Lunes 21 de octubre 2013
DAVID BROOKS (*)
Corresponsal en EE. UU.
de “La Jornada” Mx .
Lunes 21 de octubre 2013
(*)
DAVID BROOKS
(Toronto, 11 de agosto de 1961), periodista canadiense-estadounidense
especializado en política. Columnista del New York Times y PBS, NYT entre otras Agencias.. Ha sido redactor jefe del Weekly Standard y
colaborador en Newsweek y Atlantic .Corresponsal en Estados Unidos
de “La Jornada” de México. Entre varios otros medios Autor del bestseller “The
Social Animal” (“El animal social”)
Una
bicicleta pasa a toda velocidad por Broadway con una enorme bandera en la que
se lee "Arrepiéntete. Regresa a Jesús". Un monje tibetano regala
tarjetitas que ofrecen un camino para superar todo lo negativo. Un grupo de
buenas intenciones trata de platicar con los peatones sobre los peligros
mortales de los combustibles fósiles, otro pide contribuciones para niños en el
mundo que no tienen qué comer, otro más para rescatar de la extinción a más
animales. Las noticias –por radio, periódicos, televisión, Internet, Twitter,
Facebook– nutren el pesimismo y el temor (pero los anuncios invitan cada vez
más a pan y circo). Todo parece indicar, incesantemente, que estamos cerca del
fin del mundo. La disfuncionalidad espectacular de Washington en estas últimas
semanas comprobó que no tiene ni idea de cómo resolver los grandes problemas de
fondo que padece el país más poderoso. Peor aún es que el acuerdo político no
fue para generar empleo, elevar sueldos, invertir más en educación e
infraestructura o abordar el cambio climático, sino para evaluar cómo reducir
aún más el gasto social para controlar el déficit y la deuda. Algunos afirman
que estos son síntomas del fin del imperio estadunidense. Chris Hedges,
periodista
premio Pulitzer, corresponsal de guerra para los grandes medios y
ahora crítico furioso de una cúpula política y económica dedicada a empeorar la
vida de las mayorías, escribió en su artículo en Truthdig que “los últimos días
de imperio son carnavales de locura. Estamos en medio del nuestro, cayendo
hacia adelante mientras nuestros líderes invitan a la autodestrucción económica
y ambiental. Sumeria y Roma cayeron así, como también los imperios otomano y
austro-húngaro. Hombres y mujeres de mediocridad asombrosa encabezaban las
monarquías de Europa y Rusia en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Y
Estados Unidos ahora, en su propio declive, ha ofrecido su elenco de débiles,
tontos y retrasados para
guiarlo a la destrucción… Si tuviéramos alguna idea de
lo que en verdad nos está pasando… nos habríamos amotinado”. Advierte que
"nuestro colapso se llevará a todo el planeta". Pero tal vez es el
fin sólo de ese mundo. Si uno evita el torrente de noticias sobre las últimas
tragedias y horrores que, por alguna razón, se ofrecen con enorme gusto, de
repente se asoman otras cosas. Algunas son cotidianas: maestros que educan al
próximo Martin Luther King o Albert Einstein, o a los poetas de la próxima
generación, a pesar de las reformas que tienen el propósito de aplastar la
dignidad, la imaginación, la belleza y casi todo lo noble (eso no cabe en un
examen estandarizado ni genera lana para las empresas y financieros detrás de
estas reformas).
(Nota de David
Brook en “La Jornada” )



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