LA MUERTE DEL
ESTADO DE BIENESTAR
Escribe:
JOSÉ LUIS OCHOA
Periodista, analista español.
Fuente
(Espacio de pensamiento
y
cooperación política)
6 de octubre 2013
El gobierno de Holanda, por boca de su rey, anuncio hace
unas semanas la muerte del Estado del bienestar, no hay recursos fiscales para
sostenerlo, dicen. El gurú de moda en España, Cesar Molinas, lo ha dejado
escrito en su último libro: “los Estados deberán cambiar su fuente de
legitimidad actual como maximizadores del bienestar de sus ciudadanos por la
maximización de las oportunidades que les ofrecen”. El Estado ya no nos dará ni
educación, ni sanidad, ni cultura, ni ayudas a la autonomía, ni justicia sino
la oportunidad de tener
salud, educación, cultura, autonomía. La alternativa
propuesta es que la sociedad civil (la “Big Society” de Cameron) se haga cargo
de gran parte de los servicios públicos. Las invocaciones a la participación
ciudadana y la autonomía de la sociedad civil frente al derrochador e
ineficiente Estado son continuas. No hablan de empresas sino de ciudadanos, ni
de privatizaciones sino de participación social. Es la sociedad civil la que ha
de sustituir a un estado en retirada. El enemigo ya no es, como en los tiempos
de Reagan y Tatcher, el socialismo sino el bienestarismo. El Estado como
árbitro (maximizador de oportunidades) de unas reglas del juego en medio de una
sociedad civil profundamente desigual, el estado como garante último de la
igualdad entre los desiguales. A pesar de la retórica modernizadora que
envuelve el mensaje, a poco que se analice sus contenidos
, todo suena demasiado
viejo ¿no creen?; es la imposible vuelta al Estado liberal del siglo XIX. La
novedad reside en el discurso de legitimación que se nutre de lo que Luc
Boltanski y Ève Chiapello llaman “la crítica artística del capitalismo” y que
hoy se expresa en la desconfianza libertaria y ciudadanista en el Estado y la
política. Los marcos cognitivos del liberalismo y del libertarismo coincide en
binomios como el de Estado/sociedad civil, planificación/ espontaneidad social,
ley/ conciencia, ciencia/ saberes locales, colectivo/ individuo y otros, dónde
el primer término del par es siempre el problema y el segundo, la solución. La
crítica liberal y la crítica del Estado del bienestar coinciden en identificar
al Estado y a la política como el origen y la sede de la desigualdad y la
dominación. Los libertarios tratan al Estado del Bienestar como si fuera el
Estado liberal del XIX, mientras que los liberales
aprovechan las grietas que
esa crítica abre en la legitimación del Estado del bienestar para volver al
Estado liberal. Las críticas artísticas al sistema público de salud y la
desconfianza en la medicina que se denominan alopática son un buen ejemplo de
cómo se debilita la sanidad pública y universal a partir de argumentos cargados
muy buenas intenciones. Los efectos hacen las delicias de los que quieren
acabar con la sanidad pública. Ya saben la deshumanización de la medicina, la
manipulación universal de´ las farmacéuticas, las terapias naturales, causas
todas ellas nobilísimas y más que justificadas pero que enunciadas
irracionalmente como impugnaciones totales al sistema de salud juegan a favor
del enemigo.
(
La nota integra en “Paralelo 36”)
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