martes, 1 de octubre de 2013

MUJICA “LA ONU LANGUIDECE Y SE BUROCRATIZA POR FALTA DE PODER”

  ROUSSEFF, PIÑERA Y MUJICA, 
DISCURSOS ANTAGÓNICOS
PARA UN AUDITORIO SORDO

Analisis de “Otra América”
25 de septiembre de 2013

La mayoría está pendiente de las piedras o pañuelos que intercambian Estados Unidos e Irán o de las declaraciones entre líneas sobre Siria, pero lo más interesante que acontece en la Asamblea General de la ONU no se escucha. Analizamos los discursos de los presidentes de Uruguay, Chile y Brasil. Discursos antagónicos de un mundo que no se escucha.

 “Soy del SUR y vengo del SUR a esta asamblea”. Así, con mayúsculas, matizó ayer su procedencia cardinal y política José Mujica, el presidente de Uruguay, para dejar clara su posición política, humana y decolonial ante la Asamblea General de la ONU.
Podrán afirmar algunos que a Mujica, a sus 78 años, le puede el sentimentalismo y la filosofía y que rehúye los grandes asuntos geoestratégicos, pero el veterano mandatario dio ayer una lección de visión hacia el futuro. Si la ONU fuera un foro real para imaginar el planeta a futuro, las palabras de Mujica ganarían en importancia. Sus compañeros del Cono Sur se dedicaron a otras cosas. Dilma Rousseff trató –sin éxito- de dar un golpe en la mesa como presidenta del subimperio brasileño al reclamar a Estados Unidos su programa de espionaje y calificarlo como la mayor violación de “los derechos humanos, la libertad civil y la soberanía”. Roussef autodefinió a su país como democrático y defensor del derecho internacional, olvidando su insumisión ante las resoluciones
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y pidió regulación de Internet y respeto a la privacidad como bases de una nueva democracia global. Su discurso, centrado en la afrenta, no mereció más que un vaga frase de Obama en la que ni siquiera nombró a Brasil ni sus preocupaciones: “Hemos comenzado a revisar la forma en la que recolectamos inteligencia para equilibrar las preocupaciones de los norteamericanos y sus aliados respecto a su privacidad”. La dinámica de los grandes medios de comunicación era buscar ese choque entre la superpotencia estadounidense y la potencia emergente de los BRICS, pero Barack Obama estaba concentrado en Irán y en Siria, el auditorio dormitaba en los costosos sillones de la 68 Asamblea General de la ONU y las palabras de fondo de oradores como José Mujica no lograban el eco que, en un entorno decente, habrían tenido. Al
mismo estrado se subió el ya casi saliente presidente chileno, Sebastián Piñera. Los encargados de elaborar su discurso consideraron que el escenario de la Asamblea general requería algunos brindis generales dedicados al amor mundial: “no debemos olvidar que todos vivimos en una misma época, todos habitamos el mismo el planeta, todos respiramos un mismo aire, a todos nos alumbra el mismo sol y todos -¡todos!- amamos con pasión a nuestros hijos y nietos y queremos un futuro de paz, progreso y bienestar para nuestras naciones y pueblos”. Pero eran palabras de introducción para luego pedir la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU proponiendo a los países con poder de veto que “se abstengan de utilizarlo en situaciones de crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, genocidio o limpieza étnica”. Chile quiere ser votado como miembro no permanente del Consejo.

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