Escribe
LEONARDO BOFF (*)
Viernes
25 de Noviembre 2013
(*)LEONARDO
BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología
de la Liberación. n 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida
por el Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia,
Carisma y Poder” . Profesor de, ética y filosofía en Brasil. Conferencista en
muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund,
Lovaina, París, Oslo, Turín. Escribió más de 100 libros, traducidos a muchas
lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood
Hay negacionistas de la Shoah (eliminación de millones de
judíos en los campos nazis de exterminio) y hay negacionistas de los cambios
climáticos de la Tierra. Los primeros reciben el desprecio de toda la
humanidad; los segundos, que hasta hace poco sonreían cínicamente, ahora ven
día a día que sus convicciones están siendo
refutadas por hechos innegables.
Sólo se mantienen coaccionando a algunos científicos para que no digan todo lo
que saben, como ha sido denunciado por diferentes y serios medios alternativos
de comunicación. En tiempos recientes hemos conocido eventos extremos de la
mayor gravedad: los huracanes Katrina y Sandy en Estados Unidos, tifones
terribles en Paquistán y Bangladesh, el tsunami del Sudeste de Asia, el tifón
de Japón que dañó peligrosamente las centrales nucleares de Fukushima y hace
pocos días el avasallador tifón Haiyan en Filipinas que ha
dejado miles de
víctimas. Hoy se sabe que la temperatura del Pacífico tropical, de donde nacen
los principales tifones, estaba normalmente por debajo de los 19,2°C. Las aguas
marítimas se han ido calentando hasta el punto de quedar hacia el año 1976 en
25°C y a partir de 1997/1998 alcanzaron los 30°C. Tal hecho produce gran
evaporación de agua. Los eventos extremos ocurren a partir de los 26°C. Con el
calentamiento, los tifones aparecen con más frecuencia y con vientos de mayor
velocidad. En 1951 eran de 240 km/h; en 1960-1980 subieron a 275 km/h; en 2006
llegaron a 306 km/h y en 2013 a los terroríficos 380 km/h. En los últimos meses
cuatro informes oficiales de organismos ligados a la ONU lazaron una vehemente
alerta sobre las graves consecuencias del creciente calentamiento global. Está
comprobado, con un 90% de seguridad, que es provocado por la actividad
irresponsable de los seres humanos y de los países industrializados. Lo
confirmó en septiembre el IPPC (Panel Intergubernamental para el Cambio
Climático) que articula a más de mil científicos; lo mismo ha hecho el Programa
del Medio Ambiente de la ONU (PNUMA); enseguida el Informe Internacional del
Estado de los Océanos denunció el aumento de la acidez, que por eso absorbe menos
C02; finalmente el 13 de noviembre en Ginebra la Organización Meteorológica
Mundial. Todos son unánimes en afirmar que no estamos yendo hacia el
calentamiento global, sino que estamos ya dentro de él. Si
en los inicios de la
revolución industrial la concentración de CO2 era de 280 ppm (partes por
millón), en 1990 se elevó a 350 ppm y hoy ha llegado a 450 ppm. En este año se
ha dado la noticia de que en algunas partes del planeta ya se rompió la barrera
de los 2°C, lo que puede acarrear daños irreversibles para los demás seres
vivos. Hace pocas semanas, a la Secretaria Ejecutiva de la Convención de la ONU
sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres, en plena entrevista colectiva
se le saltaron las lágrimas al denunciar que los países no hacen casi nada para
la adaptación y la mitigación del calentamiento global. Yeb Sano de Filipinas,
en la 19ª
Cumbre del Clima de Varsovia realizada del 11 al 22 de noviembre,
lloró ante los representantes de 190 países contando el horror del tifón que
había devastado su país, alcanzando a su misma familia. La mayoría no pudo
contener las lágrimas. Pero para muchos eran lágrimas de cocodrilo. Los
representantes ya traen en su cartera las instrucciones preparadas previamente
por sus gobiernos, y los grandes dificultan de muchas maneras cualquier
consenso. Allí están también los dueños del poder en el mundo, dueños de las
minas de carbón, muchos accionistas de petroleras o de siderurgias movidas por
carbón, de industrias de montaje y otros. Todos quieren que las cosas sigan
como están. Es lo peor que nos puede pasar, porque entonces el camino hacia el
abismo se vuelve más directo y fatal. ¿Por qué esa irracional oposición?
NOTA del BLOG: Esta reflexión de Leonardo Boff, como la que sigue de Amy Goodman y la que continúa sobre el Artico, desde angulos con matices, encaran uno de los temas cruciales de este momento histórico de la Humanidad. Cientos de aportes hemos traído al Blog sobre calentamiento global. Mayoría de esos materiales no se publican en los medios masivos. Sobre razones de ese "olvido" de la "prensa seria" tambien hemos traido mucho, dicho por gente que sabe de que habla, como el caso de Boff en esta nota. Es obvio que este Blog no va a cambiar ni un millonesimo gramo todo eso. La prensa "que importa" va a seguir adminisstrando sus silencios con total éxito y el mundo va a continuar andando por las arenas movedizas. No dejen de leer, completos, a Leonardo Boff y Amy Goodman. (Leer la nota
completa)
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