EL TRABAJO ESCLAVO
OCULTO EN EL TOMATE
Escribe NAOMI WOLF (*)
Fuente “Viento Sur” 24 de noviembre
2013
(*) NAOMI WOLF (California 1962) Es una escritora
estadounidense y consultora política. Con la publicación de su obra The Beauty
Myth (El mito de la belleza)se convirtió en una de las principales
representantes de la que sería conocida como la tercera ola del feminismo. Ha dicho que “La tesis de las
'manzanas podridas' de los medios ya no funciona. Estamos ante una corrupción
sistémica en los bancos”
Es probable que la última hamburguesa que comió en un
restaurante de comidas rápidas a usted no le ha costado prácticamente nada.
Pero ¿cuánto le costó la rodaja de tomate que había en esa hamburguesa al
trabajador que la hizo llegar hasta ahí? En casi todas partes del mundo
–incluido EE.UU.– ese costo puede llegar
a ser escandalosamente alto. Los
salarios pasmosos son sólo el comienzo. En Florida, los recolectores de tomate
ganan un promedio de US$ 0,50 por cada balde de 14,5 kilogramos. Un trabajador
que cosecha todo el día gana con suerte US$ 10.500 anuales quedando debajo de
la línea de pobreza. Siguen luego las alarmantes violaciones a los derechos
humanos. En México, las autoridades liberaron recientemente a casi 300
personas, entre éstas 39 adolescentes, que eran mantenidas “en condiciones
similares a la esclavitud en un campamento donde se clasifican tomates y se los
envasa para exportación”. Las autoridades federales estadounidenses definieron
a los campos de tomates de Florida como “la zona cero de la esclavitud actual”.
Los abusos a los que son sometidos allí los trabajadores agrícolas por los
intereses de la agroindustria han sido graves y sistemáticos. Cabe
señalar aquí
la Campaña para una Comida Justa –una lucha por mejores salarios y condiciones
que los recolectores de tomate en Florida y sus aliados han librado y en gran
medida ganado. Su esfuerzo no sólo pone en evidencia los obstáculos que
enfrentan las organizaciones de trabajadores en una época de subcontratación y
cadenas de alimentos globales, sino que también podría servir como modelo para
los trabajadores de otros sectores. Durante muchos años, la industria del
tomate en Florida dependió de trabajadores blancos y afro-estadounidenses
pobres. Actualmente, depende de jornaleros con bajos salarios de Haití, México,
Guatemala y otros países de América Central –un cambio que debe mucho a dos
decenios de liberalización del comercio. Políticas como el Tratado de
Libre-Comercio de América del Norte (TLCAN) permitieron a las multinacionales
vender producción barata en México y otros países a precios más bajos que los
agricultores locales y desalojar a millones de personas de sus tierras. En
busca de empleo, muchos migraron a los EE.UU. donde, como trabajadores
desprotegidos, fueron a trabajar para las mismas multinacionales. (Leer la nota completa)
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