MARCOS ROITMAN ROSENMANN (*)
Fuente “La Jornada” de México
18 de diciembre 2013
(*) MARCOS ROITMAN ROSENMANN, Nacido en
Santiago Chile en 1955, nacionalizado español. Doctor en Ciencias Políticas y
Sociología por la Universidad Complutense de
Madrid, donde es Profesor Titular de Estructura social de América latina. Periodista. Sociólogo, analista político y
ensayista. Columnista en importantes medios (“La Jornada” de México, “El
Clarin” de Chile entre varios otros)
La
segunda vuelta de las elecciones deja una incógnita cuya solución no está en la
abstención, si bien es significativo que 53 por ciento de los chilenos hayan
preferido quedarse en casa y pasar de concurrir a las urnas. Lo que a mi juicio
destaca por encima es el éxito del modelo político
neoliberal implantado por la
dictadura y asumido por los gobiernos establecidos tras el referendo de 1988.
Ni los anteriores de la Concertación, ni mucho menos el ya decrépito encabezado
por el empresario Sebastián Piñera, han nadado contracorriente. La alianza
entre la derecha pinochetista y la oposición política tiene sólidas bases, la
despolitización y el establecimiento de un sistema donde prima el individuo
autista asentado sobre el aristotélico idiota social, contrario a participar de
lo público, el bien común y luchar por una ciudadanía inclusiva, puerta de
entrada para establecer un orden democrático. En Chile, la política dejó de ser
un nexo entre la población. Y ello tiene un coste elevado. En principio, una
sociedad sin ciudadanos deriva hacia un orden pretotalitario, asentado sobre un
concepto de seguridad ciudadana penalizador del ejercicio de derechos cívicos. Desarmar
la
ciudadanía fue el camino para implantar en Chile una Constitución concebida
por su ideólogo, Jaime Guzmán, como una democracia autoritaria y protegida.
Así, en un futuro de medio y largo plazo, no habría sorpresas de última hora.
Las opciones anti sistema serían frenadas antes de llegar a constituirse como
alternativas y dentro de la propia legalidad construida a sangre y fuego. No
sólo se trataba de combatir los partidos de la izquierda socialista-marxista,
cosa que se hizo, declarándolos ilegales y asesinando a sus militantes, también
construir un nuevo orden asentado en los principios teológicos de la economía
de mercado. La constitución que rige en Chile, aprobada en 1980, en medio de
una fuerte represión, se ha transformado en un dique de contención contra
cualquier propuesta que reivindique un papel activo del Estado en la economía
productiva y otorgue un rol preeminente en la creación de riqueza. La economía
de mercado ha sido el nexo de unión entre las fuerzas armadas, los empresarios
y la nueva derecha para dar el golpe de Estado, a
... siguen esperando aquellas anchas alamedas... |
la que se sumarían años más
tarde la Democracia Cristiana, el Partido por la Democracia, los radicales y el
Partido Socialista, amén e pequeñas organizaciones procedentes de la izquierda
cristiana. Privatizar y despolitizar se han convertido en el eje del modelo.
¿Cómo si no explicar las reticencias para romper con el marco jurídico-político
y económico impuesto por la dictadura, y las reticencias para dejar sin efecto
la ley de amnistía que da inmunidad a criminales de lesa humanidad y la ley
antiterrorista de 1982 aplicada contra el pueblo mapuche sin piedad? Unos y
otros, gobierno y oposición, tanto monta, monta tanto, están de acuerdo en lo
esencial. Las diferencias son de grado y, como ocurre siempre, suelen
manifestarse de manera extrema en campañas electorales. El discurso se
"radicaliza" dando lugar a una bacanal de promesas, donde la mentira,
la demagogia y la charlatanería triunfan en medio desafecto por la verdad. En
los próximos cuatro años de gobierno Michelle Bachelet hará buena la máxima de
Jonathan Swift, al subrayar que la política dejó de ser el el arte de lo
posible, del cambio, transformándose en el arte de mentir bien. Tal vez sea ese
el único merito de la Nueva Mayoría y de Bachelet. Mucho ruido para pocas
nueces.
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