OBJETIVO FUNDAMENTAL
DEL ASEDIO CAPITALISTA
Escribe ARMANDO B. GINES
guionista, redactor y
publicista
Fuente “Rebelión” 19 de diciembre 2013.
El cuerpo humano como objeto político, cada día, desde la
cuna a la tumba. Trabajando o en paro técnico, enclaustrado en el tiempo o en
un recinto espacial específico fabricado ex profeso, el capitalismo domeña el
cuerpo de muy variadas formas y con mecanismos sutiles o a lo bravo. La
democracia, esa ideología estructural de toma y daca ficticia y puesta en
escena teatral, solo permite la opción de integrarse en el sistema o del grito
negativo estético o suicida. El tiempo de trabajo, circunscrito a reglas
absurdas e inapelables, un producir sin metas, alienante, entrada y salida de
un acontecimiento lineal para obtener un crédito mínimo de supervivencia. El
ser humano no es dueño de su
quehacer, viene impuesto por el todo autodefinido
y acabado, cerrado a la crítica, el diálogo y el pensamiento social. La
educación como rito y liturgia: preparación a la edad adulta mediante
automatismos y modos de instrucción repetitivos, lecciones estereotipadas que
buscan la aceptación banalizada de las normas y de la cultura como una segunda
naturaleza del hombre y la mujer convertidos en el rol de ciudadanos. Cuando la
instrucción quema sus últimas etapas, el educando ya está listo como palanca,
mercancía o agente operativo para la competición y el consumo. Apto para
producir y adquirir humo fetichista, un destino dual pero unitario y unívoco ,
una simbiosis perfecta para acomodarse a los caminos impuestos por la
estructura dominante. Itinerarios cegados, preescritos, libertad guiada y
estandarizada por lo políticamente correcto, con nichos especiales para dar la
imagen benéfica de la pluralidad, completando currículos encauzados hacia las
metas conocidas del éxito, el estatus y el relato ultrapersonal. Todo sucede en
un campo de batalla o circuito de carreras con carriles o trincheras
previsibles: aceleración constante y adelantamientos rápidos, golpes certeros y
guerrillas
lúdicas. El fin justifica los medios, llegar el primero, conquistar
el laurel de la mención honorífica, ser admirado siquiera un instante,
conseguir el premio intercambiable por sucedáneos de humanidad en el escaparate
del mercado fantasmal y divino. Cárceles o prisiones preventivas para someter
desde perspectivas variadas al cuerpo: el centro comercial, la televisión, la
niñez y adolescencia, la vejez, la enfermedad, la singularidad étnica o sexual…
Facetas de un mismo dominio global, categorías para encerrar el Yo en lugares
de reclusión espaciales, espirituales o mentales. Un todo invisible del que
emanan patologías diversas. Todos estamos in péctore en los extrarradios de la
ley establecida o la costumbre. Nadie puede someterse al cien por cien.
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