domingo, 15 de diciembre de 2013

LA PUBLICIDAD, QUE TODO MERCANTILIZA Y LAS BUENAS ACCIONES

TYSON DEVUELVE 
LA OREJA DE HOLYFIELD

Escribe
JOSÉ PABLO FEINMANN (*) 
Fuente “Pagina 12” Bs. As. 
14 de diciembre 2012

(*) JOSÉ PABLO FEINMANN (Buenos Aires, 1943) Es un filósofo, docente, escritor, ensayista, conductor de radio y TV. Es licenciado en Filosofía y fue profesor universitario en la Universidad de Buenos Aires. Su programa recibió 5 estrellas de 5. Con Horacio González  autor del libro “Historia y pasión”,  

Pocos deportes como el boxeo. Uno ve una buena pelea. Queda satisfecho. Y en seguida reflexiona: “Sin embargo, habría que prohibirlo”. Todas las grandes películas de box empujaron esa decisión. Los boxeadores terminan mal. La gran mayoría deja todo en el ring. Muy especialmente, la vida. Esto, perder la vida, es a
veces literal. Uno de los casos más dramáticos fue el de Emile Griffith y Benny “Kid” Paret, quien, en el pesaje, le dijo “maricón” a Griffith, así, en castellano. Si Griffith aceptaba este insulto, en plena década del ’60, su carrera terminaba. Subieron al ring el 24 de marzo de 1962 y Griffith, con deliberada furia terminal, lo mató en el sexto round. Ver hoy ese knock out que iría mucho más allá del conteo de diez, que se prolongaría eternamente, es escalofriante. Se ve el último golpe que le asesta Griffith. Es el tiro del final. Paret cae fulminado con su cabeza apoyada en la última de las cuerdas, ladeada. Griffith se arrepentiría durante el resto de vida. Y cuando pudo dijo que sí, que era gay. O mejor dicho, aclaró, bisexual. Paret no se enteró. Más tarde Griffith caería bajo la derecha impiadosa del que fue acaso el mejor boxeador de la categoría de los welter, Carlos Monzón. Un notable guerrero que también mataría, no a otro, sino a una mujer que arrojó por la ventana. (…la nota completa)

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