DEL MUNDO POR EL HAMBRE
Escribe
VICKY PELÁEZ (*)
Fuente “Eco Portal.net”
4 de enero 2014
(*)
PELAEZ VICKY. Escritora y periodista peruana. Publica sus artículos en El
Diario de New York y en otros medios. Radicada en Nueva York escribe una
columna regular en el periódico hispano El Diario/La Prensa, uno de los diarios
más prestigiosos en español en Estados Unidos. Columnista habitual en los
principales medios alternativos del continente
En cada
ciclo histórico la potencia dominante de turno siempre trata de establecer el
control casi absoluto de una región de interés geoeconómico buscando diferentes
instrumentos para dirigir todos los aspectos de la sobrevivencia humana. En
esta era globalizada se trata ya no del dominio de una región seleccionada por
la única superpotencia existente sino del planeta entero. El uso de la
maquinaria bélica y de los recursos energéticos no ha sido suficiente para
el
control completo de la voluntad de los pueblos. Se necesita algo más y este
“algo más” resulta ser la comida diaria en el planteamiento de uno de los más
siniestros globalizadores, David Rockefeller. Durante la guerra en Vietnam el
otro político maquiavélico, Henry Kissinger incorporó la idea de Rockefeller en
la agenda diplomática de Washington. La comida se convirtió en un arma
frecuentemente más poderosa que las armas de destrucción masiva. También jugó
un papel muy importante para llevar a cabo el golpe militar contra el gobierno
legítimo de Salvador Allende en Chile en 1973. Al comienzo de los años 1980 los
globalizadores iluminados llegaron a la conclusión que el control de la
alimentación habría que comenzarlo desde las semillas, reduciendo las
variedades regionales y nacionales tradicionales para crear simultáneamente una
o varias variantes de semillas para cada cultivo universal pero controladas por
un reducido
número de las transnacionales. Así, se inició la época de los
Organismos Genéticamente Modificados (GMO) basada en la manipulación genética,
y crearon finalmente lo que el estudioso y escritor norteamericano, F. William
Engdahl llamó en su libro “Seeds of Destruction: Hidden Agenda of Genetic
Manipulation”, “semillas de la destrucción”. México, Brasil, Colombia y
Argentina fueron seleccionados como países con grandes recursos para iniciar
los primeros pasos en la implementación de la agenda del “dominio usando
alimentos”. La llegada de Carlos Menem al poder en Argentina con su agenda
neoliberal y su ambición de ser
aceptado en el club de los ricos y poderosos
del planeta llevó a David Rockefeller a la conclusión de iniciar los primeros
experimentos con semillas genéticamente modificadas en Argentina. Las
corporaciones Monsanto, Cargill Inc., DuPont decidieron transformar la
agricultura argentina haciendo énfasis en la soja, para esto inventaron el
pretexto de que el sistema de monocultura agrícola y dijeron que aportaría
grandes dividendos al país por la exportación de soja, lo que facilitaría el
pago de la deuda externa de Argentina que estaba ya en el límite impagable. Así
según William Engdahl, “desde 1991 antes que la Modificación Genética (GM)
fuera aceptada en los Estados Unidos, Argentina se
convirtió en un laboratorio secreto para el desarrollo de los cultivos genéticamente modificados y su población fue utilizada sin su conocimiento como “conejillos de Indias”. Como los resultados eran muy prometedores, las grandes corporaciones internacionales, como Seaboard Co., Cargill y Quantum Fund de George Soros dieron inicio a la compra apresurada de grandes extensiones de tierra cultivable en Argentina y posteriormente en el Brasil, Paraguay, Colombia, México, Guatemala y Uruguay. En una década la agricultura, Argentina fue transformada radicalmente. Si en 1970 la soja se sembraba en 9,500 hectáreas ahora su superficie de siembra supera 18 millones de hectáreas produciendo más de 35 millones de toneladas al año.
convirtió en un laboratorio secreto para el desarrollo de los cultivos genéticamente modificados y su población fue utilizada sin su conocimiento como “conejillos de Indias”. Como los resultados eran muy prometedores, las grandes corporaciones internacionales, como Seaboard Co., Cargill y Quantum Fund de George Soros dieron inicio a la compra apresurada de grandes extensiones de tierra cultivable en Argentina y posteriormente en el Brasil, Paraguay, Colombia, México, Guatemala y Uruguay. En una década la agricultura, Argentina fue transformada radicalmente. Si en 1970 la soja se sembraba en 9,500 hectáreas ahora su superficie de siembra supera 18 millones de hectáreas produciendo más de 35 millones de toneladas al año.
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