viernes, 3 de enero de 2014

¡CUANTA RAZÓN TENÍA LA ASESINADA ROSA LUXEMBURG: SOCIALISMO O BARBARIE!

   FUKUSHIMA   
BARBARIE ANTICIVILIZATORIA
Y ANTIHUMANISTA DEL CAPITALISMO REAL

Escribe
SALVADOR LÓPEZ ARNAL (*) 
Fuente “Rebelion” 2 de enero de 2014

(*) SALVADOR LÓPEZ ARNAL (Barcelona, 1954) es profesor-tutor de Matemáticas de la UNED y profesor de informática de ciclos formativos en el IES Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet Profesor de Física e Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Catalunya. Escritor, es coautor, junto a Eduard Rodríguez Farré, de “Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud”.Periodista, Columnista de "Rebelión" y de otros portales alternativos de la Red.

El nudo de la noticia: “reclutadores” contratados, free-lance o en nómina de “grandes” corporaciones buscan personas sin hogar que cobran menos del salario mínimo japonés para realizar tareas arriesgadas en la central siniestrada de Fukushima. Sin miramientos, sin obsolescencia humanista. Un ejemplo. Seji Sasa recorre, antes de que amanezca, “la estación de tren de Sendai, una ciudad al norte
de Japón, cada mañana”. Busca indigentes, personas que duermen entre cartones protegiéndose, intentándose proteger del frío del invierno nipón. No es, por supuesto, un trabajador social. Él es un liquidador… perdón, perdón, un reclutador quería decir. Las personas empobrecidas, desinformadas, desesperadas, al límite de todo, que malviven en esta estación de tren, son potenciales trabajadores (“peones” escribe Reuters, el mismo término –“peón no cualificado”- que se usaba para designar a trabajadores como mi padre en el fascismo español, el de Fraga y Samaranch), posibles “peones” decía, que Sasa el reclutador enviará a contratistas a Fukushima. La retribución que obtiene: 100 dólares por cabeza. Como en los carteles de recompensas de las película imperiales del Oeste. De hecho, pensando fríamente, se trata de un procedimiento. Técnicamente impecable. Fuerza de trabajo más o menos legalmente contratada,
salario mínimo en muchas ocasiones. Oferta y demanda. Me das, te doy. Trabajo, sin apenas protección (saldría más caro y eso no es económico), en la limpieza de residuos radiactivos. Hablamos, no hace falta recordarlo, de la tercera economía del mundo, hasta hace poco la segunda, un referente para muchas corporaciones y para numerosos países, una de las vanguardias tecnológicas del mundo, la productora de muchos de los cachivaches que pululan por las ciudades de las grandes megalópolis (nuestras antiguas ciudades). Un “argumento” subyace a la situación o permanece en la recámara por si fuera conveniente airearlo: puestos a correr riegos, a veces es inevitable, ¿por qué no arriesgar la vida de los que tienen menos salud, menos vida por delante, una vida menos
satisfactoria? ¿No vale su vida menos, mucho menos, que la de los otros si hablamos con franqueza económica-existencial? De hecho, el esfuerzo realizado en Fukushima “se ve dificultado por la falta de supervisión y la escasez de trabajadores”. Si es así -¡y es así!-, ¿cuál es entonces la pega? En enero, octubre y noviembre de 2013, “gangsters japoneses fueron detenidos y acusados de infiltrarse en la red de subcontratas de descontaminación del gigante de la construcción Obayashi Corp” y también de enviar, ilegalmente por supuesto (¡las leyes están para ser trasgredidas!), “a trabajadores al proyecto financiado por el Gobierno”. El pasado octubre, Sasa el liquidador-reclutador “reclutó a varios sin techo en la estación de tren, que después terminaron limpiando el suelo y escombros radiactivos en la ciudad de Fukushima por menos del salario mínimo”, según la policía y los relatos de las propias personas involucradas.  

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