EN UN CÍRCULO VICIOSO DE DESHIELO
Escribe MANUEL GUERRERO BOLDÓ
Periodista chileno.
“Blog
Cinco Años para actuar”
Publica “Rebelión” 7 de enero 2014
El círculo vicioso se
genera mediante el aumento de la temperatura por la emisión de gases de efecto
invernadero, que a su vez provoca otros fenómenos: la desaparición del hielo
que libera burbujas de metano milenarias, gas de efecto invernadero que
contribuye al calentamiento global. Cuando se piensa en el cambio climático
para el Ártico, se suele intuir la problemática relacionada con sus ecosistemas
o la fauna ártica. No advertimos los efectos más “sistémicos” que podrían
alterar de forma determinante las condiciones que posibilitan la vida humana en
nuestro planeta. Resulta conveniente, por tanto, citar alguno de los efectos más
perniciosos y menos “evidentes”, tanto en lo ecológico como en lo político
económico, que conllevan la pérdida del Ártico tal y como lo conocemos. Algunas
de las consecuencias ecológicas, serían gustosamente aprovechadas como
“sinergias” por ciertos agentes económicos como empresas petroleras o gobiernos
limítrofes y no tan limítrofes. Como se ha señalado, el cambio climático
causante del
deshielo del Ártico, se verá estimulado por la desaparición de
esta superficie helada, pero no sólo por la liberación de las burbujas de
metano. No hay que olvidar el efecto albedo, que consiste en que esta capa de
hielo refleja más la luz del Sol que el agua marina, por lo que irradia los
rayos del Sol nuevamente al espacio y ayuda a mantener el clima global más
fresco. La reducción de la cubierta de hielo implica que el océano absorba más
calor y el derretimiento del hielo se acelere, por lo que a su vez se estaría
produciendo una retroalimentación positiva que agrava el cambio climático. El
albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja. El
Ártico actúa, por lo tanto, como regulador e influye en la temperatura global
del planeta pero se suele pensar en el aumento del nivel del mar al que
contribuye el deshielo del Ártico como otra de esas consecuencias lógicas y más
o menos “asumible” en la normalización de la catástrofe en nuestro sentido
común. El problema radica en la falta de fiabilidad de nuestro sentido común,
el cual, habituado como está a nuestro mundo vital cotidiano, encuentra difícil
aceptar de veras que el flujo de la realidad cotidiana pueda sufrir
perturbación alguna. La descongelación
de los glaciares, así como el derretimiento del hielo marino, repercute,
también, en la modificación de la circulación global de los océanos. Esto
conlleva consecuencias relevantes para los procesos meteorológicos mundiales ya
que el flujo oceánico regula el clima global. El hielo del Ártico influye en
las corrientes oceánicas debido a que la corriente de agua más salada que viene
del sur del Atlántico se vuelve más salada, fría y densa, con lo que se hunde
al llegar al Ártico. Este flujo de agua, más fría, sería entonces trasportada a
latitudes más al sur gracias a la circulación termohalina. Tiene una incidencia
considerable en el flujo neto de calor que va desde las regiones tropicales
hacia las polares, sin ella no se comprendería el funcionamiento del clima
terrestre.
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