PODRÍA LLEGAR PRONTO
Escribe LARRY ELLIOTT (*)
Fuente “SIN PERMISO”
16 de
febrero 2014
(*) LARRY ELLIOTT dirige la sección de economía del diario
británico The Guardian y es coautor, junto a Dan Atkinson, de The Gods That
Failed: How the Financial Elite Have Gambled Away Our Futures (Vintage)
[Divinidades fallidas: Cómo la élite financiera se ha jugado nuestro futuro]. Traducción
para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
Las crisis financieras se repiten cada siete años como
media. Tuvimos el crac del mercado bursátil de 1987, el derrumbe del mercado
emergente a mediados de los años 90, el reventón de la burbuja de las puntocom
en 2001 y el colapso de Lehman Brothers en 2008. Si la historia sirve en algo
de guía, la próxima crisis debería llegar próximamente en algún momento. El
hecho de que los mercados financieros estén apostando por que la recuperación
global se convierta en algo más firmemente
establecido en los próximos dos años
no significa verdaderamente gran cosa. En torno al cambio de milenio los
inversores se negaron a hacer caso de las advertencias de que las acciones de
las tecnológicas estaban extremadamente sobrevaloradas. Ben Bernanke despreció
la idea de que el mercado de hipotecas “sub-prime” era un estropicio que estaba
cantado y se negó a admitir la idea de que un problema del mercado inmobiliario
norteamericano pudiera tener ramificaciones globales. Vamos a proceder entonces
a un experimento mental. Asumamos que el FMI, el Banco Mundial y los mercados
financieros se equivocan todos ellos cuando dicen que los EE.UU. se encaminan a
un periodo de robusto crecimiento, que Europa está convaleciente y que China
puede llevar a cabo la transición a una economía con menor planificación
centralizada sin un brusco aterrizaje. Hay razones para pensar (empresas con
mucha liquidez, más de un lustro de políticas económicas de ultraestímulo, la
copiosa provisión de nuevos avances científicos) que el consenso está en lo
cierto y que el pronóstico para varios años es de crecimiento regular y
sostenido. Pero imaginemos por un
momento que el consenso se equivoca y que la economía global sigue sujeta al
ciclo familiar de los siete años.
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