CRIMEN Y POLÍTICA
Fuente: “La Jornada” de México
3 de marzo 2014
(*) CARLOS FAZIO VARELA - Periodista, politólogo,
escritor uruguayo radicado en México. Pertenece a la redacción del diario La
Jornada, [Red Voltaire] y colabora con el semanario Brecha de Montevideo, es
considerado uno de los analistas independientes con mayor prestigio en asuntos
político-estratégicos, militares y religiosos de América Latina. Profesor en la
Universidad Nacional de México y ha impartido clases en numerosas universidades.
Dice el
comisario Jean-François Gayraud que la realidad no se oculta somos nosotros los
que la negamos. El auténtico peligro es aquello que no se ha visto o no se ha
querido ver, que se ha subestimado o no se ha creído. En plena sociedad del
espectáculo, lejos del sensacionalismo de los medios, los grandes grupos de la
economía criminal son el lado oscuro de la globalización. El
mundo de las mafias
es el mundo del dinero, el poder y el secreto. Las mafias
se han instalado en el corazón de nuestros sistemas políticos y económicos. Sigmund Freud dio la descripción clásica del
"primer crimen", que deriva de la "primitiva horda
darwiniana". Si damos crédito a Freud podríamos hipotetizar que el acto
político original coincide con el crimen original. La historia del siglo XX,
con sus dos grandes guerras, exhibe que el Estado beligerante se permite todas
las injusticias, todos los atropellos que deshonran al individuo. Verbigracia,
Auschwitz e Hiroshima. O el terrorismo de Estado de los años setenta y ochenta
en Argentina, Uruguay, Chile, México, Guatemala, El Salvador, Honduras y
Colombia. Según Horst Kurnitzky,
cuando desaparecen los poderes y las alianzas
que constituyen, cohesionan y mantienen unida a la sociedad, no queda nada que
pueda impedir el proceso de disolución social: la sociedad se desintegra en una
selva social darwinista, en una lucha de todos contra todos que se desploma
encima de la sociedad y arrastra los últimos restos de las instituciones en el
remolino de la autodestrucción social. Con ello se diluye la organización de
los individuos autónomos en un Estado de derecho y se anulan todos los sistemas
civiles de protección. A la vez que fabrican mitos y víctimas propiciatorias
(el criminal es la pieza a cazar), los medios moldean un nuevo tipo de persona,
emotiva y dotada de una actitud mental particular según la cual todo lo que no
puede mostrarse no existe. Los medios, en particular la televisión, difunden lo
visible más inmediato, lo urgente y superficial, y disimulan el mundo real.
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