Escribe
LUIS BRUSCHTEIN (*)
Fuente “Página 12”
Publica “Rebelión” 17 de marzo 2014
(*) LUIS BRUCHTEIN- Periodista, Analista
político, Columnista y subdirector de
Página 12 comparte su historia personal y opina sobre su práctica profesional,
la militancia, el peronismo la
dictadura. Fue editor de la revista Lezama con Eduardo Blaustein.
Aquellos viejos villanos, los peores del
barrio, los que hacían el trabajo sucio de los señoritos, los militares, han
sido descartados. Las elites ya no entregan a sus filas a ninguno de sus hijos.
No hay dobles apellidos y ya no son invitados a las reuniones conspirativas de
los grandes señores que a veces ya los miran con cierta desconfianza. Los
golpes militares, aquella pesadilla infinita, han caído en el desprestigio, perdieron
glamour, han pasado de moda. Ahora se habla de golpes blandos. El golpe blando
consiste en travestir a una minoría en mayoría, amplificar sus reclamos,
crispar las controversias y enfrentamientos y desgastar a la
verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de alguna farsa judicial como fue en Honduras, o parlamentarista, como en Paraguay o forzando una intervención extranjera como se pretende hacer en Venezuela. Es más complicado que los golpes militares, pero, a diferencia de ellos, tiene el colorido de estos tiempos, con sus arquetipos de tiranuelos bananeros en el bando de los malos, y un bando de los buenos con sus arquetípicos luchadores por la libertad, con sus simulacros de épicas remasterizadas y con sus falsos discursos de heroísmos ciudadanos, todos ellos, buenos y malos, diseñados como protagonistas de una película de acción clase Z por las grandes herramientas de dominación: las corporaciones mediáticas. En otras épocas, la derecha le reclamó con razón a la izquierda por su poca vocación democrática. Pero cuando las izquierdas populares no elitistas ni vanguardistas se volcaron a la democracia y ganaron elecciones, han sido las derechas las que no aceptaron el juego democrático. ( ir a la nota completa)
verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de alguna farsa judicial como fue en Honduras, o parlamentarista, como en Paraguay o forzando una intervención extranjera como se pretende hacer en Venezuela. Es más complicado que los golpes militares, pero, a diferencia de ellos, tiene el colorido de estos tiempos, con sus arquetipos de tiranuelos bananeros en el bando de los malos, y un bando de los buenos con sus arquetípicos luchadores por la libertad, con sus simulacros de épicas remasterizadas y con sus falsos discursos de heroísmos ciudadanos, todos ellos, buenos y malos, diseñados como protagonistas de una película de acción clase Z por las grandes herramientas de dominación: las corporaciones mediáticas. En otras épocas, la derecha le reclamó con razón a la izquierda por su poca vocación democrática. Pero cuando las izquierdas populares no elitistas ni vanguardistas se volcaron a la democracia y ganaron elecciones, han sido las derechas las que no aceptaron el juego democrático. ( ir a la nota completa)
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