domingo, 9 de marzo de 2014

PREMIO OSCAR A MEJOR PELÍCULA “DOCE AÑOS DE ESCLAVITUD” SOBRE LA VIDA DE SOLOMON NORTHUP,

CAPITALISMO SALVAJE: 
LOS ESCLAVOS DE HOY

Escribe PABLO BILSKY (*) 
REDACCIÓN ROSARIO  Publica 
“ARGENPRES Info) 6 de marzo 2014

(*) PABLO BILSKY ( Argentina) Profesor adjunto a cargo de la titularidad de la cátedra Literatura Española. Escuela de Letras,  Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. (Inst. Cervantes) . Periodista. Analista político y columnista sobre política internacional en varios medios.


La película ganadora del Oscar “Doce años de esclavitud” ofrece una mirada emotiva y algo simplificada de aquel flagelo durante el siglo XIX. Pero la esclavitud no es cosa del pasado. Un informe de la Fundación Walk Free cita hoy  más de 29 millones en esa situación en el mundo. Las beneficiarias del horror son grandes
empresas que producen lo que consumimos todos, sin  imaginar tan vil trasfondo, encubierto por los medios hegemónicos. La ganadora del Oscar a Mejor Película “Doce años de esclavitud” se basa en la vida de Solomon Northup, un mulato  nacido libre en el estado de Nueva York que fue secuestrado en Washington D. C. en 1841 y vendido como esclavo  que trabajó en plantaciones en Louisiana durante 12 años. El film ofrece las típicas simplificaciones dicotómicas entre malos muy malos y buenos muy sufridos y sumisos que tanto gustan a la corrección política de Hollywood. El guión escamotea, y no casualmente, las rebeliones de esclavos organizados que sí se mencionan en el libro original. Pero
2013: Maquila en Blangadesh
no: en el film los esclavos sólo aparecen como dolientes víctimas pasivas. La maldad de los malísimos esclavistas, por otra parte, no está puesta en su contexto económico ni político. La esclavitud fue un gran negocio durante siglos. Y lo sigue siendo, porque no es un hecho del pasado. Los malos malísimos y perversos no son individuos sino empresas. Pero en esta etapa del capitalismo actual, a la hora del reparto de odios y abominaciones, y salvo honrosas excepciones, las grandes corporaciones cuentan con la cobertura y el buen trato cómplice de los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos. 

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