DE AMÉRICA LATINA
Escribe EDUARDO ANGUITA (*)
Fuente “Miradas al Sur”
Direçtor
Eduardo Anguita
Mayo de 2014
(*)EDUARDO
ANGUITA (1955, argentino) Escritor. Periodista. Fue Gerente de Canal.7 de TV.
Uno de sus varios libros es "Grandes Hermanos. Alianzas y negocios ocultos
de los dueños de la información".que revela el poder de los multimedios argentinos.
Director de Estudios del CEPP. Fue Secretario de redacción de la revista Conexiones. Escribe
para medios gráficos y Web sites. Integro el ERP y cumplió 11 años de prisión.
Un mes atrás, Eduardo Galeano fue el invitado de honor para
inaugurar la Bienal del libro de Brasilia. En el auditorio del Museo Nacional,
una obra diseñada por el arquitecto comunista Oscar Niemeyer. Galeano habló,
como siempre, con humor y franqueza. Y tuvo la ocurrencia de decir que en la
actualidad sería incapaz de leer Las venas abiertas de América latina, su obra
cumbre, publicada en 1971 cuando apenas tenía 31 años y era habitué del Café
Brasilero en la Ciudad Vieja de Montevideo, el mismo donde todavía recibe a
periodistas o escritores con el mismo aplomo de siempre. En Las venas abiertas
está narrado el genocidio de los incas y los aztecas. Está contado, entre otras
tristes historias, cómo Francisco Pizarro mandó capturar al inca Atahualpa en
Cajamarca y cómo los conquistadores le prometieron paz si previamente entregaba
toneladas de oro y de plata. El inca cumplió. Pero luego lo condenaron a morir.
Eso sí, la propia historia confesional y monárquica española registra que el
Atahualpa aceptó el bautismo cristiano y también cambiar su nombre por el de
Francisco, el mismo del jefe de los invasores. Tras la ceremonia bautismal, en
1533, al inca lo acogotaron con el garrote vil. El mismo método criminal con que
Francisco Franco mandó ejecutar a quienes sometía, no ya en las indias
occidentales de los reyes católicos sino en la propia península. Por el garrote
vil era ejecutado Puig Antich en
1974, cuando el tirano balbuceaba, no le
quedaba mucho tiempo de vida, pero quería perpetuarse a través de su obra. Así
eran los setenta, así eran los tiempos en que Galeano paría Las venas abiertas.
Unos años antes, otro poeta, Héctor Roberto Chavero, decidía cambiar de nombre
por voluntad propia, y se bautizó como Atahualpa Yupanqui: “Me galopaban en la
sangre 300 años de América”. Cajamarca, donde fue tomado prisionero el inca
Atahualpa, la Minera Yanacocha explota desde 1992 la mina de oro más grande de
América latina. El capital mayoritario es de la Newmont Mining Corporation, con
sede en Colorado, Estados Unidos. La pregunta es: ¿cómo está ahora la Cajamarca
donde murió Atahualpa y donde la Newmont Mining se adueñó del oro en los
neoliberales años noventa? La respuesta se escuchó esta semana en Lima, donde
se lleva a cabo la reunión bianual de la Cepal y, por supuesto, lastima a
cualquiera que albergue un mínimo sentimiento de igualdad: Cajamarca está entre
las cinco regiones más pobres de Perú. El 55% del millón y medio de habitantes
es pobre. Desde ya la minería no es la principal ocupación, pero de esa riqueza
no queda nada.
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