“NO HAY PARA TODOS”
Escribe EMIR SADER
(*)
Fuente “BLOG de Pubilco.es”
España 1º de junio 2014
(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es
profesor Y Doctor de Ciencia Política de la Universidad de São Paulo (USP) y de
la Universidad do Estado do Río de
Janeiro (Uerj), miembro de CLACSO
(Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), Reseña las consecuencias del
modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral
en el Blog de Emir Sader que es “Carta Maior”
Eso decía el
eslogan de campaña del PP en Catalunya en las últimas elecciones.
Malthusianamente, está claro que se quedan afuera los más frágiles, los más
necesitados. Es la versión siglo XXI de la temática neoliberal de la “gobernabilidad”:
los derechos afirmados legalmente vuelven ingobernables los Estados. Hay
desequilibrio entre cabezas y sombreros. En lugar de producirse más sombreros,
se cortan cabezas. A eso se está reducido el capitalismo en su era liberal de
mercado. Triunfan los más competentes, los más listos, los que han acumulado
fuerza y riqueza para competir en mejores condiciones. Los otros quedan
condenados a su incompetencia. O, como decía un ex-ministro de Brasil: “El
problema de los pobres es que tienen amigos pobres”. Cuando reina el mercado,
la vida de las personas depende del juego de la competencia. No un “libre”
juego, sino un juego con cartas marcadas, donde el fuerte se vuelve más fuerte
y hace que el débil pierda siempre. Si se trata de un capitalismo de ruleta –
como dicen algunos – la ruleta está viciada y hace ganar siempre al que ya está
que ganando. La crisis actual lo ha confirmado. Al inicio, había que salvar a
los bancos, sino el tejado caería sobre nuestras cabezas. Se ha salvado a los
bancos. Pero los bancos se han salvado a sí mismos y cuando la crisis arreció,
los que han quebrado son los países, mientras los bancos y los altos ejecutivos
de las grandes empresas se han vuelto aún más ricos. “No hay para todos” fue la
confesión sincera de quien sabe que la crisis es un filtro, que excluye los
derechos de los más débiles y concentra todavía más la renta y el poder. Hay
economías que empiezan a recuperarse, pero sin reflejo en el nivel de empleo –
índice más directo de las necesidades de la gran mayoría, que vive de su
trabajo.
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