Esçribe
ANDRÉS CARRASCO (*)
Fuente “EcoPortal”
30
de mayo 2014(*)
ANDRES CARRASCO, (ARGENTINA) Profesor de embriologia de la
uba, investigador del CONICET. Principal
investigador y Director del Laboratorio Embriología Molecular Instituto
Biología Celular y Neurociencias Facultad de Medicina. En la Universidad de
Buenos Aires
La ciencia es un loco que ya mató a Dios. Pero ahora
dicta: natura ha muerto. O por lo menos eso se desprende de su larga marcha por
un camino negro, donde ningún ciclo evolutivo quedará exento de la mano
invisible del mercado de la ciencia. Una mirada que nos pone paranoicos y nos
deja atónitos. Ojo con esa semilla. Por
primera vez en la historia los humanos
se encuentran técnicamente habilitados para intervenir el genoma, alterando,
modificando, agregando, o retirando información de la base genética de los
organismos vivos. Estamos ante un salto revolucionario de imprevisibles
consecuencias, no solo en la diversidad biológica del planeta sino en relación
con el equilibrio evolutivo. El discurso científico que legitima el uso de los
Organismos Genéticamente Modificados (OGM) pertenece esencialmente a la
biología molecular, por ser el cuerpo de conocimiento que permite la
manipulación de la estructura de los genes con el objeto de producir ciertos
efectos deseados en los fenotipos. Pero el marco teórico de la investigación
que produce OGM no está en
condiciones de decir nada acerca de las modalidades
de su uso, ni de los “efectos colaterales” sobre la salud y el medio ambiente. Nos
estamos ahorrando la reflexión social capaz de determinar si vale la pena
aplicar esta tecnología, si es deseable alterar los tiempos evolutivos
naturales de las especies, y si estamos dispuestos a violar el derecho de la
naturaleza introduciendo cuerpos extraños en ella. Después de la segunda guerra
mundial hubo "avances" enormes en química, metalurgia y aviación,
entre otros, y se configuraron los programas denominados Big Science, como la
NASA o el Proyecto Manhattan. Estos megaproyectos corporativos del complejo
tecnológico-militar generaron las
condiciones para el descubrimiento de la estructura del ADN y el desarrollo técnico de su manipulación. De allí al programa del Genoma Humano, casi sin discontinuidad. El énfasis, la competencia y la adrenalina que circulaba en estos planes de investigación globales permitían a las grandes corporaciones jugar con el control tecnológico del desarrollo químico, molecular, atómico y espacial, sustentados en campañas que invocaban nobles principios de mayor bienestar, avances médicos o producción más barata y segura de energía. En los años setenta comienza la manipulación genética de organismos vivos, justificada en el hambre de cientos de millones de seres humanos en el mundo, de tal manera que aseguró a los países triunfantes el derecho a ejercer el poder del dominio tecnológico. El viaje del átomo al gen fue uno de los pilares fundantes de lo que hoy conocemos como globalización. Nunca más la Big Science encaró proyectos que no estuvieran en línea con demandas corporativas. Nunca más la ciencia fue creíble en su prédica de neutralidad, custodia de la verdad y autonomía de sus desarrollos. (…ir al informe completo)
condiciones para el descubrimiento de la estructura del ADN y el desarrollo técnico de su manipulación. De allí al programa del Genoma Humano, casi sin discontinuidad. El énfasis, la competencia y la adrenalina que circulaba en estos planes de investigación globales permitían a las grandes corporaciones jugar con el control tecnológico del desarrollo químico, molecular, atómico y espacial, sustentados en campañas que invocaban nobles principios de mayor bienestar, avances médicos o producción más barata y segura de energía. En los años setenta comienza la manipulación genética de organismos vivos, justificada en el hambre de cientos de millones de seres humanos en el mundo, de tal manera que aseguró a los países triunfantes el derecho a ejercer el poder del dominio tecnológico. El viaje del átomo al gen fue uno de los pilares fundantes de lo que hoy conocemos como globalización. Nunca más la Big Science encaró proyectos que no estuvieran en línea con demandas corporativas. Nunca más la ciencia fue creíble en su prédica de neutralidad, custodia de la verdad y autonomía de sus desarrollos. (…ir al informe completo)
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