LA AGRICULTURA ECOLÓGICA? (II)
Escribe
ESTHER VIVAS (*)
Fuente “Públio.es” España
14 de Julio
2014
(*) ESTHER VIVAS (Sabadell, 1975) Es una activista
española autora de diversos libros y publicaciones sobre movimientos sociales. Licenciada
en periodismo y diplomada en estudios superiores de sociología por la
Universitat Autònoma de Barcelona es una luchadora incansable de la resistencia
cívica, activista e investigadora en movimientos sociales y políticas agrícolas.
.Desmonta uno a uno los mitos sobre los cuales está construído el actual
sistema agroalimentario. Explica el criminal negocio de las técnicas y empresas alimentarias
La
agricultura ecológica ha despertado en los últimos tiempos las más variadas
iras, siendo objeto de todo tipo de calumnias. Su éxito y múltiples apoyos han
sido proporcionales a las críticas recibidas. Sin embargo, ¿quién tiene miedo
de la agricultura ecológica? ¿Por qué tanto esfuerzo en desautorizarla? Todas
estas preguntas fueron formuladas en un artículo anterior, donde analizábamos
las
mentiras detrás de afirmaciones como “la agricultura ecológica no es más
sana ni mejor para el medio ambiente que la agricultura industrial y
transgénica”. Hoy, abordaremos otras en relación a su eficiencia, el precio y
la falsa alternativa que significa una “agricultura ecológica” al servicio de
las grandes empresas. Como decíamos entonces: ante la calumnia, datos e
información. “La agricultura ecológica es poco eficiente y cara”, dicen sus
detractores. Quienes realizan esta afirmación olvidan que es precisamente el
actual modelo de agricultura industrial el que desperdicia anualmente un tercio
de los alimentos que se producen para consumo humano a escala mundial, unos
1.300 millones de toneladas de comida, según datos de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Se trata de una agricultura
de “usar y tirar”. En consecuencia, ¿quién es aquí el ineficiente? Aunque, más
allá de estas cifras, es obvio que el actual modelo de agricultura industrial,
intensiva y transgénica no
satisface las necesidades alimentarias básicas de
las personas. El hambre, en un mundo donde se produce más comida que nunca, es
el mejor ejemplo, tanto en los países del Sur como aquí. A partir de los datos
expuestos en este trabajo, la reconversión de tierras en países del Sur a
cultivo ecológico aumentaba su productividad hasta un 79%. En África, en
particular, la reconversión permitía un aumento del 116% de las cosechas. Las
cifras hablan por sí solas. Si hablamos del precio, y sobre todo lo comparamos
con la calidad, una vez más la agricultura ecológica sale en mejor posición.
Tal vez no lo parezca a primera vista, porque hay un discurso único que se
repite y se repite y se repite, que nos dice que lo ecológico es siempre más
caro. Sin embargo, no es así. A
menudo depende de dónde y qué compremos. No es
lo mismo comprar en un supermercado ecológico o en una tienda gourmet que
comprar directamente al campesino, en el mercado o a través de un grupo o
cooperativa de consumo agroecológico. En los primeros, los precios acostumbran
a ser mucho más caros que en los segundos, donde su coste puede ser igual o
incluso inferior que en el comercio tradicional por un producto de la misma
calidad. Aparte, nos tendríamos que preguntar cómo puede ser que determinados
productos o alimentos en el supermercado sean tan baratos. ¿Estamos pagando su
precio real? ¿Cuál es su calidad? ¿En qué condiciones han sido elaborados?
¿Cuántos kilómetros han recorrido del campo a la mesa?
¿QUIÉN
TIENE MIEDO DE LA AGRICULTURA ECOLÓGICA? (Parte UNO):
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