domingo, 31 de agosto de 2014

NUESTRO PETRÓLEO PARA SUS GUERRAS

EL CALIFA  SELECCIONÓ SU EQUIPO, 
PRESO EN  CÁRCEL DE EE.UU. EN IRAK, 
INCLUYO A FADEL AL-HAYALI y 
ADNAN AL-SWEIDAWI, (GENTE DE SADDAM)


Escribe ADOLFO GILLY (*) 
Columnista habitual de 
“La Jornada” de México  
29 de agosto de 2014

(*) ADOLFO GILLY (Adolfo Atilio Malvagni Gilly). Buenos Aires, Argentina, 1928. Naturalizado mexicano en 1982) es un profesor de historia y ciencia política de  la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es autor de varios libros sobre la historia de la política y de México y América Latina como es el caso de “La revolución interrumpida” que es una historia de la Revolución Mexicana escrita desde la visión de los de abajo, es decir, de quienes le  dieron sus vidas. .  


Estados Unidos está y seguirá envuelto en la guerra de Irak y en otros conflictos en Medio Oriente, África y Asia: Palestina, Libia, Siria, Afganistán, Pakistán… y a esa superpotencia el gobierno de Enrique Peña Nieto le acaba de entregar el petróleo de México y de abrir el acceso a la propiedad de los recursos estratégicos del territorio nacional. Mientras los combatientes del Estado Islámico de Irak y Siria (en inglés, ISIS: Islamic State in
Abu Bakr al-Baghadadi
Iraq and Siria) continúan conquistando territorio, este grupo ha ido organizando en silencio una estructura administrativa efectiva, compuesta sobre todo de iraquíes en edad madura que dirigen las secretarías de finanzas, armas, gobiernos locales, operaciones militares y reclutamiento, informa The New York Times en su edición de este 28 de agosto. Al frente de esta organización está Abu Bakr al-Baghadadi, quien se declara califa del Islam entero. Según el mismo periódico, el califa fue seleccionando durante años su equipo dirigente mientras estaba preso en una cárcel de Estados Unidos en Irak: Tenía cierta preferencia por los militares, y su equipo dirigente incluye muchos oficiales del disuelto
ejército de Saddam Hussein, entre ellos los tenientes coroneles Fadel al-Hayali y Adnan al-Sweidawi. “Esa estirpe de esta dirección […] permite explicar sus éxitos en los campos de batalla. Sus dirigentes enriquecieron sus conocimientos militares con técnicas terroristas refinadas a través de años de combatir a las tropas estadunidenses, sumados a sus profundos conocimientos y contactos locales. […] En esas academias se graduaron estos hombres antes de convertirse en lo que hoy son”. Un sorprendente mapa interactivo muestra los avances de esta fuerza armada en la región clave ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates. Estados Unidos está y seguirá envuelto en esta y otras guerras en Medio Oriente, África y Asia: Palestina, Libia, Siria, Afganistán, Pakistán… La lista, un verdadero tembladeral, es larga y compleja. Ahora bien, esta potencia militar está viendo tornarse inseguras o aleatorias sus fuentes lejanas de abastecimiento

de petróleo y otros recursos indispensables para su maquinaria bélica. En paralelo, ha visto crecer o recuperarse la capacidad militar y la influencia territorial de otras potencias: China, Rusia, India, Alemania, Japón, Pakistán, con sus intereses, clientelas y zonas de influencia económica, política y militar. A esa superpotencia envuelta en guerras el gobierno de Enrique Peña Nieto, representante de las grandes finanzas mexicanas –y no de una mafia política cualquiera, como suele decirse–, le acaba de entregar el petróleo de México y de abrir el acceso a la propiedad de los recursos estratégicos del territorio nacional. No al otro lado del Atlántico o del Pacífico, sino aquí nomás, en su misma frontera, reciben este regalo la Casa Blanca y el Pentágono. México queda así amarrado a la estrategia militar de la vecina potencia y a los intereses de sus centros financieros.    
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