LAS
GUERRAS ABSURDAS
Escribe
OSVALDO BAYER (*)
Columnista de “Pagina
12”
Buenos Aires, Argentina,
2 de Agosto 2014.
(*)BAYER OSVALDO JORGE (Santa Fe, Argentina, 18 de
febrero de 1927) es un historiador, escritor y periodista Estudió
Historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania) y de regreso en la Argentina,
trabajó intensamente en el canal educativo y cultural del Ministerio de
Educación de la Nación es conocido por su activismo a favor del
movimiento anarquista.Bayer. “un anarquista y pacifista a ultranza como él se
autodenomina”. Radicado en Alemania
Sí,
repetimos una y otra vez: esta semana se cumplieron los cien años de la
iniciación de la guerra mundial de 1914. Los pueblos occidentales y cristianos
se enfrentaron en una contienda absurda y enviaron a la muerte a millones de
sus jóvenes. Apenas un cuarto de siglo después, la guerra mundial de 1939, con
los
mismos contendientes. Repetimos: los mismos soldados sobrevivientes de la
primera guerra, que con 18 años habían participado en ella, lucharon, con 39
años, en la segunda. ¿Cómo calificar a esas sociedades, de estúpidas o crueles
en su magnitud más irracional? Crímenes inauditos. Y siguen las guerras. No
hemos aprendido nada. Gaza, Ucrania, etc., etc. Inexplicable. Estoy leyendo el
libro del escritor alemán Egon Erwin Kisch titulado: ¡Regístralo, Kisch! Es la
frase que le expresaron sus amigos al despedirlo cuando marchó al frente de
guerra en 1914. Sí, que describiera hasta el menor detalle todo lo de esa
inmensa insensatez y desatino que es la guerra. Un psicólogo calificaría a la
guerra como bobería humana. Los grandes héroes serán los mariscales, los
generales, los altos oficiales. Y los soldados pasarán a ser “los muertos para
siempre”. Kisch lo va a registrar todo. Punto por punto. El, que fue enrolado a
las tropas que luchaban contra los serbios. Por
![]() |
Egon Erwin Kisch en 1929 |
ejemplo: “A las 5 de la
madrugada comenzó una lluvia que podríamos calificar de mortal, justo a la hora
en que debíamos ponernos en marcha hacia el frente. Cuando el agua empezó a
caer nos cubrimos con las lonas de las carpas que llevábamos en la mochila.
Pero no se podía avanzar, tan fuerte era la lluvia, aunque se nos había
ordenado que ese día, el 18 de agosto, día del cumpleaños del kaiser, debíamos
conquistar la ciudad de Velbo. La tropa no pudo avanzar. Las filas de soldados
se habían convertido en inmóviles figuras de piedra. ¡El ejército de hierro!
Hasta ahora habíamos vivido muchas cosas en el frente serbio. Vimos muertos,
heridos, prisioneros, ejecuciones. Sufrimos fatigas, cansancio, hambre, sed,
heladas y calor en catorce días, en los cuales no pudimos cambiarnos la ropa
ni
quitarnos las botas. Pero aunque suframos algo mil veces más inhumano y atroz
nada va a quedar más en nuestro recuerdo que esa lluvia salvaje que cayó sobre
nosotros mientras marchábamos. Nuestra ropa se mojó totalmente y los pies
estaban hasta el tobillo en el agua. La mochila nos tiraba hacia abajo y los
pies vacilaban. La oscuridad se rompía con tantos rayos y relámpagos y los
árboles se movían como cuervos voladores o perros gigantes o furias
mitológicas. Repetidas veces intentamos avanzar, pero en cada paso hacia
adelante resbalábamos dos pasos atrás. Luego de eso nos esperaba el cruel
combate.
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