domingo, 3 de agosto de 2014

TODO SIN SENTIDO. SALVO SI LOS PUEBLOS LUCHAN POR SU LIBERACIÓN DE PODERES OMNÍMODOS Y EXPLOTADORES

 LAS GUERRAS ABSURDAS

Escribe 
 OSVALDO BAYER (*) 
Columnista de “Pagina 12” 
Buenos Aires, Argentina, 
2 de Agosto 2014.

(*)BAYER OSVALDO JORGE (Santa Fe, Argentina, 18 de febrero de 1927) es un historiador, escritor y periodista Estudió Historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania) y de regreso en la Argentina, trabajó intensamente en el canal educativo y cultural del Ministerio de Educación de la Nación es conocido por su activismo a favor del movimiento anarquista.Bayer. “un anarquista y pacifista a ultranza como él se autodenomina”. Radicado en Alemania

Sí, repetimos una y otra vez: esta semana se cumplieron los cien años de la iniciación de la guerra mundial de 1914. Los pueblos occidentales y cristianos se enfrentaron en una contienda absurda y enviaron a la muerte a millones de sus jóvenes. Apenas un cuarto de siglo después, la guerra mundial de 1939, con los


mismos contendientes. Repetimos: los mismos soldados sobrevivientes de la primera guerra, que con 18 años habían participado en ella, lucharon, con 39 años, en la segunda. ¿Cómo calificar a esas sociedades, de estúpidas o crueles en su magnitud más irracional? Crímenes inauditos. Y siguen las guerras. No hemos aprendido nada. Gaza, Ucrania, etc., etc. Inexplicable. Estoy leyendo el libro del escritor alemán Egon Erwin Kisch titulado: ¡Regístralo, Kisch! Es la frase que le expresaron sus amigos al despedirlo cuando marchó al frente de guerra en 1914. Sí, que describiera hasta el menor detalle todo lo de esa inmensa insensatez y desatino que es la guerra. Un psicólogo calificaría a la guerra como bobería humana. Los grandes héroes serán los mariscales, los generales, los altos oficiales. Y los soldados pasarán a ser “los muertos para siempre”. Kisch lo va a registrar todo. Punto por punto. El, que fue enrolado a las tropas que luchaban contra los serbios. Por
Egon Erwin Kisch en 1929

ejemplo: “A las 5 de la madrugada comenzó una lluvia que podríamos calificar de mortal, justo a la hora en que debíamos ponernos en marcha hacia el frente. Cuando el agua empezó a caer nos cubrimos con las lonas de las carpas que llevábamos en la mochila. Pero no se podía avanzar, tan fuerte era la lluvia, aunque se nos había ordenado que ese día, el 18 de agosto, día del cumpleaños del kaiser, debíamos conquistar la ciudad de Velbo. La tropa no pudo avanzar. Las filas de soldados se habían convertido en inmóviles figuras de piedra. ¡El ejército de hierro! Hasta ahora habíamos vivido muchas cosas en el frente serbio. Vimos muertos, heridos, prisioneros, ejecuciones. Sufrimos fatigas, cansancio, hambre, sed, heladas y calor en catorce días, en los cuales no pudimos cambiarnos la ropa


ni quitarnos las botas. Pero aunque suframos algo mil veces más inhumano y atroz nada va a quedar más en nuestro recuerdo que esa lluvia salvaje que cayó sobre nosotros mientras marchábamos. Nuestra ropa se mojó totalmente y los pies estaban hasta el tobillo en el agua. La mochila nos tiraba hacia abajo y los pies vacilaban. La oscuridad se rompía con tantos rayos y relámpagos y los árboles se movían como cuervos voladores o perros gigantes o furias mitológicas. Repetidas veces intentamos avanzar, pero en cada paso hacia adelante resbalábamos dos pasos atrás. Luego de eso nos esperaba el cruel combate.  

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