lunes, 1 de septiembre de 2014

LA ENFERMEDAD DE LA DEMOCRACIA ESTADOUNIDENSE.

EL CIUDADANO TIENE NULO IMPACTO 
EN  LAS POLÍTICAS.  EL GOBIERNO
 RESPONDE A LOS RICOS Y 
LOS  INTERESES EMPRESARIALES... 

Escribe ROBERT REICH (*)
Fuente ”Tribuna HispanaUSA” 
31 de agosto 2014

(*) ROBERT REICH (1946 Pensilvania, Estados Unidos) Politico oficialista. Profesor de Política Pública en la Universidad de California en Berkeley. Uno de los principales expertos del país sobre el trabajo y la economía. Es un hombre político del Sistema social actual. Fue Secretario del Departamento de Trabajo durante el primer gobierno de Bill Clinton, aunque hable de crisis y ha dicho que….”.la última crisis que vive el capitalismo está empezando a sacar a relucir los peores problemas de este sistema, como elevadas tasas de desempleo”


Los estadounidenses están hartos de la política. Sólo el 13 por ciento aprueba el trabajo que el Congreso está haciendo, un récord mínimo histórico. Los índices de aprobación del presidente también se encuentran en el sótano. Una gran parte de la población ni siquiera se molesta en votar.  En pocas palabras, la mayoría de los estadounidenses se sienten impotentes, y asumimos que en la política todo está arreglado bajo la mesa. Así que ¿por qué molestarse?. Un nuevo estudio que será
publicado en el otoño por Martin Gilens, de la Universidad Princeton, y Benjamin Page, de la Universidad Northwestern, confirma nuestras peores sospechas. Gilens y Page analizaron 1.799 cuestiones políticas en detalle, determinando la relativa influencia sobre ellos de las elites  Su conclusión: “Las preferencias de los estadounidenses promedio parecen tener sólo un minúsculo, casi nulo, impacto estadísticamente insignificativo en las políticas públicas”. En su lugar, los legisladores responden a las demandas políticas de los individuos ricos y los intereses empresariales adinerados —los que tienen más destreza en el cabildeo y

enormes bolsillos para financiar las campañas de los políticos. Pero antes de que usted esté tentado a decir “duh”, espere un momento. Los datos de Gilens y Page se ubican en el período entre 1981 a 2002. Esto fue antes de que la Corte Suprema abriera las compuertas para el gran dinero de los súper ricos a los partidos políticos, antes de los SuperPACs, y antes del rescate financiero a Wall Street. Pero, el ciudadano promedio ¿jamás tuvo un enorme poder? El eminente periodista y comentarista Walter Lippman argumentó en su libro de 1922, La opinión pública, de que el público en general no sabe ni le importa acerca de las políticas públicas. El consentimiento —de las masas a favor de los ricos y los políticos— fue “fabricado” por una élite que la manipuló. “Ya no es posible… creer en el dogma original de la democracia”, concluyó Lippman.   A partir de 1980, algo cambió profundamente. No sólo las grandes corporaciones y los individuos ricos se convirtieron en entes políticamente más poderosos, como lo documentan Gilens y Page. También sucedió que los grupos de interés del “poder compensatorio” empezaron a marchitarse. Las asociaciones de base se redujeron porque los estadounidenses tenían menos tiempo para estas organizaciones. Dado que los salarios se estancaron, la mayoría de la gente tenía que dedicar más tiempo a trabajar con el fin de pagar sus cuentas a fin de mes. Eso incluyó el tiempo de las esposas y madres que comenzaron a participar en la fuerza laboral remunerada para apuntalar los ingresos familiares.    (… ir a la nota completa)


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