sábado, 15 de noviembre de 2014

BRASIL: EL PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA

MÁS ALLÁ DE LA GEOGRAFÍA ELECTORAL, 
¿CÓMO SE PRESENTA EL ESCENARIO PARA LOS
PRÓXIMOS CUATRO AÑOS CON EL 
SEGUNDO MANDATO DE DILMA ROUSSEFF?

Escribe 
EMIR SADER (*) 
Fuente BLOG del autor 
en “Publico.es” España. 
9 de Noviembre 2014

(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es profesor Y Doctor de Ciencia Politica de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad  do Estado do Río de Janeiro (Uerj),  miembro de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Reseña las consecuencias del modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral en su Blog  que es “Carta Maior”


Tras la intensa marea de la campaña electoral, la espuma de las olas baja. Se presenta ahora un nuevo escenario en el que hay que descubrir qué Brasil emerge de las urnas y con qué perspectivas. El apretado resultado final sugiere un país dividido. ¿Pero entre quiénes? Una visión apresurada diría que entre el atrasado noreste y la avanzada Sao Paulo. Cardoso, el expresidente, llegó a decir, como casi siempre de forma torpe, que los petistas no son pobres, sino que están
“mal informados”. Es la visión de la élite paulista, que se considera la locomotora de la nación, que arrastra, con dificultades, vagones perezosos. Se sienten casi un Estado de primer mundo, frente al retraso del noreste. Sao Paulo se ha vuelto el bastión de la derecha brasileña. Fue ahí donde el candidato de la oposición tuvo su mejor resultado, similar a los resultados que Dilma Rousseff obtuvo en el noreste de Brasil, facilitando así las contraposiciones simplistas entre lo moderno y lo viejo y dividiendo al país. Si es verdad que el noreste es el bastión del Gobierno del PT (Partido de los Trabajadores) —donde su candidata obtuvo en todas las provincias más del 70% de los votos—, se debe justamente a los espectaculares avances en la zona desde el comienzo de sus gobiernos. Los datos son impresionantes, pero la visión del nuevo noreste lo es

todavía más. Al punto de que ya no se le puede caracterizar como expresión del atraso: la región es la segunda en estudiantes universitarios en todo el país y las cinco nuevas universidades públicas creadas durante los gobiernos de Lula y Dilma están fuera de las capitales, en un formidable proceso de descentralización. Pero los votos de Dilma se distribuyen de forma prácticamente homogénea entre las tres principales regiones del país: el sur, el sureste y el noreste. Desde este punto de vista, Brasil no está dividido. Sí lo está, en cambio, entre los electores de Aécio Neves, que obtuvo siempre menos del 30% en el noreste y los mayores votos en el sur y en el sureste, la principal zona del país. Allí Neves triunfó en Sao Paulo, pero perdió en las otras dos grandes provincias: en la suya, Minas Gerais,
donde fue derrotado tres veces —por Dilma Rousseff en primera y segunda vuelta, y con la victoria de un candidato del PT en la primera vuelta frente a su candidato a gobernador—, y en Río de Janeiro, donde también Dilma salió victoriosa. La reelección y su gran desempeño en la campaña la fortalecen políticamente pero, a la vez, debe contar con una fuerte presencia de Lula, lo cual mejorará su capacidad de articular tanto el terreno político como el económico. Lo va a necesitar. Si Dilma tiene problemas a los que hacer frente, la situación de la derecha es mucho peor. Derrotada por cuarta vez consecutiva, ha perdido la segunda provincia del país, Minas Gerais, y sólo dispone del gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, como candidato, quien, además de no disponer de ningún carisma, ya fue derrotado por Lula en 2010, con quien posiblemente tenga que enfrentarse de nuevo. 

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