MÁS ALLÁ DE LA GEOGRAFÍA ELECTORAL,
¿CÓMO SE PRESENTA EL
ESCENARIO PARA LOS
PRÓXIMOS CUATRO AÑOS CON EL
SEGUNDO MANDATO DE DILMA
ROUSSEFF?
Escribe
EMIR SADER (*)
Fuente BLOG del autor
en “Publico.es”
España.
9 de Noviembre 2014
(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es
profesor Y Doctor de Ciencia Politica de la Universidad de São Paulo (USP) y de
la Universidad do Estado do Río de
Janeiro (Uerj), miembro de CLACSO
(Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Reseña las consecuencias del
modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral
en su Blog que es “Carta Maior”
Tras la intensa marea de la campaña electoral, la espuma de
las olas baja. Se presenta ahora un nuevo escenario en el que hay que descubrir
qué Brasil emerge de las urnas y con qué perspectivas. El apretado resultado
final sugiere un país dividido. ¿Pero entre quiénes? Una visión apresurada
diría que entre el atrasado noreste y la avanzada Sao Paulo. Cardoso, el
expresidente, llegó a decir, como casi siempre de forma torpe, que los petistas
no son pobres, sino que están
“mal informados”. Es la visión de la élite
paulista, que se considera la locomotora de la nación, que arrastra, con
dificultades, vagones perezosos. Se sienten casi un Estado de primer mundo,
frente al retraso del noreste. Sao Paulo se ha vuelto el bastión de la derecha
brasileña. Fue ahí donde el candidato de la oposición tuvo su mejor resultado,
similar a los resultados que Dilma Rousseff obtuvo en el noreste de Brasil,
facilitando así las contraposiciones simplistas entre lo moderno y lo viejo y
dividiendo al país. Si es verdad que el noreste es el bastión del Gobierno del
PT (Partido de los Trabajadores) —donde su candidata obtuvo en todas las
provincias más del 70% de los votos—, se debe justamente a los espectaculares
avances en la zona desde el comienzo de sus gobiernos. Los datos son
impresionantes, pero la visión del nuevo noreste lo es
todavía más. Al punto de
que ya no se le puede caracterizar como expresión del atraso: la región es la
segunda en estudiantes universitarios en todo el país y las cinco nuevas
universidades públicas creadas durante los gobiernos de Lula y Dilma están
fuera de las capitales, en un formidable proceso de descentralización. Pero los
votos de Dilma se distribuyen de forma prácticamente homogénea entre las tres
principales regiones del país: el sur, el sureste y el noreste. Desde este
punto de vista, Brasil no está dividido. Sí lo está, en cambio, entre los
electores de Aécio Neves, que obtuvo siempre menos del 30% en el noreste y los
mayores votos en el sur y en el sureste, la principal zona del país. Allí Neves
triunfó en Sao Paulo, pero perdió en las otras dos grandes provincias: en la
suya, Minas Gerais,
donde fue derrotado tres veces —por Dilma Rousseff en
primera y segunda vuelta, y con la victoria de un candidato del PT en la
primera vuelta frente a su candidato a gobernador—, y en Río de Janeiro, donde
también Dilma salió victoriosa. La reelección y su gran desempeño en la campaña
la fortalecen políticamente pero, a la vez, debe contar con una fuerte
presencia de Lula, lo cual mejorará su capacidad de articular tanto el terreno
político como el económico. Lo va a necesitar. Si Dilma tiene problemas a los
que hacer frente, la situación de la derecha es mucho peor. Derrotada por
cuarta vez consecutiva, ha perdido la segunda provincia del país, Minas Gerais,
y sólo dispone del gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, como candidato,
quien, además de no disponer de ningún carisma, ya fue derrotado por Lula en
2010, con quien posiblemente tenga que enfrentarse de nuevo.
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