jueves, 6 de noviembre de 2014

CACERÍAS POR LA TIERRA

¿ES TEMERARIO DECIR QUE GUERRAS 
DEL SIGLO XXI TENDRÁN QUE VER 
CON TIERRA FÉRTIL Y AGUA? 
¿NO ACECHAN  MULTINACIONALES
BANCOS, FONDOS PÚBLICOS, ETC, ETC...?


Escribe 
GUSTAVO DUCH (*)
 Fuente “Eco Portal” 
5 de Noviembre 2014

(*) GUSTAVO DUCH GUILLOT (1965, Barcelona) licenciado en Veterinaria y Postgrado en Dirección de Empresas. Coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. Ha sido director de Veterinarios Sin Fronteras. Integra Consejo Científico de ATTAC. Escribe en importantes medios alternativos del continente. Columnista en ”La Jornada” de Mexico entre otros..


En los últimos años la preocupación por la propiedad de la tierra agraria ha vuelto a lugares destacados de muchas agendas de países como Japón, China, Emiratos Árabes o Corea del Sur) Es tan acelerado como grave en sus consecuencias. La más sangrante es que.las gentes locales pierden la capacidad de vivir de sus
propias cosechas. Están también organismos multinacionales como el Banco Mundial o la FAO, respaldando con programas encaminados a validar algunas de estas operaciones, con el argumento de que “pueden existir acaparamientos”. Y, por último, varias instituciones gubernamentales y no gubernamentales están analizando qué sucede con la tierra agraria de los países europeos. Si recogemos la síntesis de los estudios de la Fundación GRAIN y el Transnational Institute advertimos que, también en Europa, en las últimas décadas, se está acelerando el proceso de concentración de tierras a manos de élites agrarias que anhelan los beneficios de la tierra entendida como simple mercancía. Y es que quien controla la tierra fértil, cual anillo mágico, tiene acceso a lucrarse con la

producción de alimentos pero también con la de agrocombustibles o especulando con un bien finito que, como el petróleo, está mermando. Esta tendencia está teniendo lugar tanto en la locomotora alemana (en el año 1967 existían un total de 1.246.000 fincas agrarias y ahora apenas se cuenta con  299.000 fincas); como por ejemplo, en Catalunya. Según los datos que ofrece Carles Soler de la revista Soberanía Alimentaria, vemos que de las 127.000 fincas agrarias que existían en 1982 hemos pasado a unas 58.000 explotaciones donde la concentración es muy significativa pues de ellas, el 42% tienen menos de 5 Ha pero apenas representan el 5% de la superficie agrícola


cultivada, mientras que  un 4,8% de las fincas son grandes explotaciones que concentran casi el 45% del total de la superficie. De hecho, sólo 104 fincas son las propietarias de más del 13% de la superficie cultivada. Pero donde el fenómeno alcanza las mayores dimensiones es en los países de la Europa Oriental. Conocidos son los casos de empresas chinas que se han hecho con tierras en Bulgaria para la producción a gran escala de maíz o el de compañías de Oriente Medio en Rumanía con los mismos propósitos. El caso a destacar, y el que amerita toda esta reflexión previa, es el caso concreto de Ucrania, un territorio que si hoy está en disputa también lo es, por el valor de su tierra. Algunos datos nos muestran como ya años antes al conflicto bélico actual estaba muy presente el interés por sus tierras. Según un informe del Oakland Intitute de EEUU, más de 1.6 millones de Has de tierra pasaron a manos de empresas multinacionales en menos de diez años, “incluyendo más de 405.000 Has a una empresa registrada en Luxemburgo, 444.800 Has a inversores registrados en Chipre, 120.000 Has a una empresa francesa y 250.000 Has a una rusa”.    

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