EL CAPITALISMO,TRANSFORMANDO NECESIDADES
EN MERCANCÍAS CONVIERTE ALIMENTOS,
Y AÚN MÁS AQUELLOS DE CALIDAD, EN OBJETO DE LUJO
Escribe
ESTHER VIVAS (*)
Fuente “Eco
Portal”
10
de Noviembre 2014
(*) ESTHER
VIVAS (Sabadell,
1975) Es una activista española autora de diversos libros y publicaciones sobre
movimientos sociales. Licenciada en periodismo y diplomada en estudios
superiores de sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona. Desmonta uno
a uno los mitos sobre los cuales está construído el actual sistema
agroalimentario. Explica el criminal negocio de las técnicas y empresas alimentarias. Con JOSEPH MARIA ANTENTAS Profesor de
Sociología de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB). escribió el libro “Planeta Indignado”, son militantes de
Izquierda Anticapitalista, miembros de la redacción de la revista Viento Sur y
columnistas en varios medios.
¿Comen
lo mismo ricos y pobres? ¿Nuestros ingresos determinan nuestra despensa? Hoy,
¿quiénes son los gordos? A pesar de que a menudo, y desde determinados ámbitos,
se asocia con desdén la apuesta por una comida sana y saludable a “una cosa” de
“pijos”, “hippies” o “comeflores”, la realidad, como a menudo sucede, dista
mucho de los comentarios cortos de miras. Defender una alimentación ecológica,
local y campesina es de lo más “revolucionario”.
mirando de cerca al modelo agroalimentario
vemos como éste viene determinado, sin lugar a dudas, por los intereses del
capital, o lo que es lo mismo los intereses de las grandes empresas del sector
(agroindustria y supermercados), las cuales buscan hacer negocio con algo tan
esencial como es la comida. Del mismo modo que ha hecho de la vivienda un bien
solo accesible a quienes se lo pueden permitir, y misma suerte corren nuestra
sanidad y educación. Aunque no solo la lógica del capital golpea el modelo
alimentario, la mano invisible del patriarcado mueve también los hilos de este
sistema. Sino, ¿cómo se explica que aquellas que más producen comida, las
mujeres, sean las que más pasan hambre? No olvidemos que entre el 60% y el 80%
de la producción de alimentos en los países
del Sur, según datos de la FAO,
está en manos de las mujeres, sin embargo estás, paradójicamente, son las que
sufren el 60% del hambre crónica global. La mujer trabaja la tierra, pero no
tiene acceso a la propiedad de la tierra, a los medios de producción, al
crédito agrícola. He aquí la cuestión. No se trata de ideologizar los
discursos, pero si dejar claro a todos aquellos que consideran que esto del
“comer bien” es solo cosa, como dirían en francés, de “bobos”, de “bourgeois
bohème”, que nada más lejos de la realidad. ¿Comen lo mismo ricos y pobres? No.
¿Nuestros ingresos determinan nuestra despensa? Efectivamente. Un estudio de la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca pone blanco sobre negro: un 45% de los
afectados por desahucios tiene
dificultades para comprar los alimentos
necesarios para comer. Los ingresos económicos ponen límites a lo que
adquirimos: disminuye el consumo de carne de vacuno y pescado y, en relación al
período anterior a la crisis, el consumo de fruta y verdura fresca. Por contra,
aumenta la adquisición de productos menos nutritivos, altamente procesados y
ricos en calorías, como los dulces envasados: galletas, chocolates y
sucedáneos, bollería y pastelería. Nuestra clase social, formación y poder
adquisitivo, determina qué comemos. Entonces, hoy, ¿quiénes son los gordos? En
general, quienes menos tienen, y peor comen.
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