NACE EL ACTUAL
COMANDO DEL PODER MUNDIAL:
G-3: ESTADOS UNIDOS/RUSIA/CHINA
Escribe
ALFREDO JALIFE-RAHME (*)
Columnista de Internacionales
– 9 de
Noviembre 2014
(*) ALFREDO JALIFE-RAHME- Escritor y periodista.
Profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM). Especialista en relaciones internacionales. Publica
crónicas sobre política internacional en el diario “La Jornada” de Mexico, el semanario “Contralínea” y otros importantes medios del continente. Editorialista y maestro
de postgrado en geopolítica y negocios internacionales de la UNAM. Edito varios
libros de éxito. Último publicado: “El Híbrido Mundo
Multipolar: un Enfoque Multidimensional, “(Orfila, 2010)..
Pocas
veces se escenifican cumbres y reuniones trascendentales en un corto plazo de
tan sólo 15 días, como el presente lapso del 10/11 de noviembre –Cumbre del
Foro Económico Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) en Pekín– pasando
del 15/16 –G-20 en Brisbane (Australia)– hasta la fecha límite del 24 sobre la
negociación del contencioso nuclear iraní con el P5+1 –los cinco
miembros del
Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. No faltarán analistas que agreguen
la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) del 27
de noviembre, la cual, a mi juicio, exhibirá las consecuencias del ajuste y/o
acomodamiento del nuevo orden multipolar geoestratégico entre las tres
superpotencias: Estados Unidos (EU), Rusia y China –un tímido G-3 que no se
atreve a pronunciar su nombre. La oficiosa guerra multidimensional incluye el
choque en los frentes de Ucrania y el Medio Oriente –donde EU hubo
presuntamente plantado con los yihadistas la semilla desestabilizadora contra
Rusia, China e India, tres miembros nucleares prominentes del BRICS las
sanciones a Rusia, el desplome orquestado del precio del petróleo y otras
materias primas, la guerra de divisas, etcétera. Como consecuencia de la
disolución del bloque soviético, se supone que los cancilleres de EU y la ex
URSS, el texano James Baker III y el georgiano Eduard Shevardnadze, habían
delimitado las respectivas zonas de influencia, con la gravísima salvedad de
que el compromiso fue oral y sin rúbrica notarizada, lo cual permitió la
expansión vertiginosa de los dos brazos irredentistas de EU hasta las fronteras
del corazón ruso traumatizado: la OTAN y la Unión Europea. Un entendimiento
implícito sin firma de por medio –que aprovechó estupendamente EU al haberse
valido de la ingenuidad rusa en la etapa post-Andropov y pre-Putin– ha sido la
causa de la disputa por el alma de Ucrania cuando Vlady Putin intenta regresar
en la medida de lo posible al statu quo ante la doble humillación de
Gorbachov
y Yeltsin, lo cual se desprende de su histórica filípica contra EU en el Club
Valdai, que consideré, no como una amenaza, sino como su última exhortación
para reconfigurar el nuevo orden multipolar, que por necesidad es ya tripolar
entre EU/Rusia/China y que podría asentar sus reales en los 15 trascendentales
días desde Pekín pasando por Brisbane hasta Teherán, en caso de que los actores
históricos no deseen declarar oficialmente el estallido de la tercera guerra
mundial que sería termonuclear. Pese a que el presidente Obama fue literalmente
ultrajado, como era de esperarse, por el Partido Republicano en las elecciones
intermedias, sigue siendo el presidente de EU, una superpotencia en declive que
intenta imponer aún su agenda global hasta que sea detenido por los únicos dos
países que lo pueden impedir: Rusia y China.
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