lunes, 10 de noviembre de 2014

LA TUMBA DEL ALCA

“CONDICIONES PARA EL ALCA NO ESTÁN 
DADAS SI HAY SUBSIDIOS Y ASIMETRÍAS.
INTEGRACIÓN DEBE SER DE IGUAL A IGUAL”

Escribe 
MARIO RAPOPORT (*)  
Columnista en "Página 12"  
de Buenos Aires Argentina 
9 de Noviembre 2014 

(*) MARIO RAPOPORT -  Escritor. Periodista. Economista y Doctor en Historia Universidad de Paris - Pantheón-Sorbonne. Dirige el Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social de la UBA. Destacado profesor e investigador de la historia económica, política y social de la Argentina y de otros países así como de las relaciones internacionales. Autor de "Las grandes crisis del capitalismo contemporáneo"  " El Cono Sur. Una historia común" entre otras obras.


El rechazo del ALCA, el 4 y 5 de noviembre de 2005, en la Cumbre de las Américas, en Mar del Plata fue una fecha decisiva para la historia de nuestro continente. En estos días se cumplió un nuevo aniversario. En ese momento, el presidente Kirchner lo calificó como un “día histórico”. Sin ocultar su satisfacción,
 agregó: “Esto es, que las condiciones para el ALCA no están dadas mientras existan subsidios y asimetrías. La integración tiene que discutirse de igual a igual teniendo en cuenta las asimetrías de cada país”. Hoy en día, el Mercosur está en una encrucijada, cuyas raíces se encuentran no sólo en la región sino en la crisis mundial. Asistimos a un relativo estancamiento del volumen del comercio entre sus miembros y se profundizan los desequilibrios regionales. Brasil controla cada vez mayores segmentos de la industria argentina y se transformó en uno de los principales inversores en el país. Este hecho, más las dificultades en el sector automotor, genera tensiones en el cual se encuadra el conflicto suscitado por los intentos de

la Argentina de promover su reindustrialización, lo que compite con el aparato industrial brasileño, construido sobre la base de una histórica y sostenida estrategia económica por parte del país vecino. Es evidente, sin embargo, que pese a los problemas existentes, gran parte de un eje geoeconómico e industrial en Sudamérica pasará necesariamente por acoplar los sectores relevantes de la Argentina y Brasil, sin que esto implique connotación excluyente alguna en referencia a otros países. De la misma manera en que la construcción europea inicial fue básicamente una alianza de intereses franco-alemana, un salto cualitativo en simbiosis y pactos estratégicos tiene que
hacerse a nivel de gobiernos y empresas, entre dos o tres países, por razones de manejabilidad y eficacia organizacional, al menos inicialmente. Por otra parte, expandiendo el horizonte de lo posible, la capacidad futura de penetración en los mercados internacionales seguirá descansando en gran parte en la formación de un vasto mercado interno continental, en un proceso que incluye sucesiva o simultáneamente un respeto por las estrategias nacionales, y una amplia diversificación hacia otras regiones. El rechazo del ALCA supuso dejar de dar la espalda a nuestros vecinos y extender nuestras fronteras naturales, económicas y humanas hacia aquellos con los que podemos entendernos mejor sin transformarnos de vuelta como en el pasado en una dependencia de la metrópolis de turno. Las recientes victorias electorales de fuerzas pro Mercosur en Brasil, Uruguay y Bolivia alientan a una continuación de ese proceso.   

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