viernes, 21 de noviembre de 2014

DUQUESA DE ALBA, NI LA MUERTE NOS IGUALA

VEO A ESA MULTITUD AGOLPADA EN EL PALACIO DE DUEÑAS, 
ESOS CIENTOS DE SEVILLANOS QUE A BUEN SEGURO VISITARÁN
LA CAPILLA ARDIENTE, Y SE ME AGRIA EL CARÁCTER.

Escribe
DAVID BOLLERO (*) 
Fuente BLOG del autor 
en “Publico.es” España 
20 de Noviembre 2014

(*) DAVID BOLLERO (España)Colaborador de Público (excorresponsal oficioso en Londres), periodista vocacional en fase de desintoxicación informativa y pensador irreverente en continua hora extra. Víctima multitarea en rehabilitación. Otro mundo es mejor, pero para eso, entendamos antes éste. El periodista internacional David Bollero considera que las acciones de la OTAN podrían desembocar en una guerra civil en Ucrania. (de blog del autor)


 “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir: allí van los señoríos, derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos; y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos”. Se equivocaba el bueno de Jorge Manrique en las ‘Coplas por la
muerte de su padre’ porque, a estas alturas, ni la muerte nos iguala. Unos ríos parece que van a dar en la mar, y otros a un desagüe que desemboca en una cloaca estanca. Hoy se ha muerto Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba y su fallecimiento me ha llevado a esta reflexión. Me ha sabido mal, mire usted, que tantos sevillanos se agolparan en las puertas del Palacio de Dueñas mostrando más que su respeto, su admiración. Y no es que uno le desee mal a nadie de manera tan explícita, sino que soy de los que piensan que la muerte no le hace a uno mejor de lo que fue en vida. Sin embargo, en esta España nuestra tan diversa, que tan pronto sorprende con sus grandes pensadores, artistas y hombres de ciencia, como decepciona con esa imagen parluda tan pretérita, hoy hemos retrocedido un siglo. Hoy hemos visto cómo una buena parte del pueblo, del que se supone que emana la soberanía nacional tan ausente estos días, se

postraba ante el aristócrata que le ha estado robando el pan durante años. No termino de encontrar qué hay de admirable en que una terraniente como la duquesa, con palacios, castillos, más de medio millar de cuadros y tapices… en fin, un patriminio de alrededor de 3.000 millones de euros, hubiera accedido a ayudas agrarias por valor de entre 3 y 5 millones de euros al año. Veo a gente como ella, que se quedaba con el 80% de todas las ayudas al campo que llegaban de Europa, y me vienen a la mente la cantidad de tractores y casas en propiedad de bancos porque el agricultor terminó por arruinarse y, mire usted, no me produce admiración. Veo a gente llorar por la duquesa, la misma que montó su Fundación Casa de Alba para,
entre otras cosas, desviarle dinero en concepto de donación de sus múltiples sociedades (Sociedad de Inversiones Princesa, Euroexplotaciones Agrarias…) y, en un alarde de ingeniería fiscal, ahorrarse miles y miles de euros aunque el dinero tenía el mismo dueño y destinatario y admiración no es la palabra que me viene a la mente. Y escucho lo admirable que era por ser tan sencilla, por seguir y disfrutar las tradiciones andaluzas, por sus rastrillos solidarios… incluso, por hacer lo que le daba la gana, y pienso, “vaya, yo con una décima parte de su fortuna creo que me apañaría también para ser un ídolo”… aunque también fue un hazmerreír, admitámoslo. Yo pecaré de insensible, incluso muchos me tacharán de mal gusto con este artículo, pero al menos en ésto soy aunténtico, no como esa panda de hipócritas que se burlaron de ella en vida y hoy, sin embargo, se ciñen a la consigna “hoy toca alabar”.   

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