CIENTÍFICOS
ESPECIALIZADOS EN CAMBIO CLIMÁTICO
ADVIERTEN QUE LA CRISIS CLIMÁTICA EMPEORA
EN VARIOS ASPECTOS AFECTANDO PRODUCTIVIDAD AGRÍCOLA
Escriben
KIRTANA CHANDRASEKARAN
Y MARTÍN DRAGO
responsables de la campaña
“Soberanía
Alimentaria de Amigos
de la Tierra Internacional”
Lima PERU 6 de diciembre 2014
Fuente “Eco Portal”
6 de
diciembre 2014
(Las
opiniones de este artículo corresponden a sus autores y no representan
necesariamente las de IPS, ni pueden atribuírsele)
¿Adoptarán nuestros gobiernos
las medidas urgentes y necesarias para abordar estas crisis? Tienen una
oportunidad en la ronda de negociaciones de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático, que se realiza en Lima, del 1 al 12 de este
mes de diciembre
. En nuestro planeta, 805 millones de personas padecen hambre
crónica y el sobrepeso y la obesidad afecta a más de 2.000 millones de
personas; 65 por ciento de la población mundial vive en países donde el
sobrepeso y la obesidad matan más personas que la desnutrición. Quienes padecen
hambre son principalmente las personas pobres de las zonas rurales en los
países en desarrollo, fundamentalmente productores a pequeña escala de África y
Asia. Casi una de cada nueve personas se va a dormir con hambre cada noche. La
enorme mayoría de los gobiernos de todo el mundo han ignorado a los productores
a pequeña escala durante décadas, sumiendo a millones de ellos en la pobreza.
Sin embargo, ellos y ellas siguen siendo quienes producen la mayor parte de los
alimentos del mundo, utilizando variedades tradicionales de semillas y sin recurrir
a insumos industriales. En
Martin Drago |
África, los campesinos y campesinas cultivan
prácticamente todos los alimentos que se consumen a nivel local. En América
Latina, 60 por ciento de la producción, incluida la carne, proviene de pequeñas
fincas familiares. En Asia, centro mundial de la producción de arroz,
prácticamente todo el arroz se cultiva en granjas de menos de dos hectáreas. Aun
así, el agronegocio y algunos gobiernos promueven fuertemente la agricultura
industrial (basada en monocultivos, semillas híbridas y plaguicidas y fertilizantes
químicos) como la mejor forma de alimentar al planeta. Además, la
agricultura
industrial es una de las mayores contribuyentes al cambio climático, debido a
su alto consumo de combustibles fósiles, pesticidas y fertilizantes y a sus
impactos sobre suelos, aguas y biodiversidad. Existe suficiente evidencia de
que está destruyendo los recursos de los que dependemos para producir nuestros
alimentos. Pero los promotores de la agricultura industrial hacen caso omiso de
sus impactos ambientales. Sabiendo el gran reto que representa el cambio
climático, ya que podría reducir considerablemente la productividad agrícola,
especialmente en los países en desarrollo, otros son los caminos que se
deberían fomentar. Por otro lado, los defensores de la agricultura industrial
la justifican señalando que debido a la creciente población mundial se
necesitarán producir más alimentos y para ello es
necesario aumentar los
rendimientos. Pero sabemos que producir más alimentos y aumentar el rendimiento
no son los únicos retos. De hecho, ya producimos suficientes alimentos para
alimentar a nuestra población actual y futura. El problema no es la falta de
alimentos, sino su distribución desigual. El acceso a los alimentos está
definido por la riqueza y el lucro, en lugar de la necesidad. Se promueve el
libre comercio por encima del derecho a la alimentación. Como consecuencia de
ello, la mitad de los granos del mundo se utilizan para alimentar a animales
criados en establecimientos industriales y una proporción importante de cultivos
básicos en la alimentación se convierten en agrocombustibles para alimentar
autos. Así, las personas hambrientas se quedan sin alimentos para dárselos a
los consumidores ricos.
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