¿OBJETIVO? CONVENCER A PUEBLOS DE LA OTAN
DEL INEVITABLE
ENFRENTAMIENTO,
DE LO QUE ESTA VEZ VENDRIA A SER
LA «GUERRA CONTRA EL TERRORISMO».
DE LO QUE ESTA VEZ VENDRIA A SER
LA «GUERRA CONTRA EL TERRORISMO».
Escribe
THIERRY
MEYSSAN (*)
Fuente:
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA)
FRANÇAIS DEUTSCH
فارسى عربي
ITALIANO
POLSKI PORTUGUÊS-
8 de enero
2015.
(*)
THIERRY MEYSSAN (1957 Gironda, Francia) es un periodista y activista
político francés, autor de investigaciones sobre la extrema derecha así como
sobre la Iglesia Católica, entre otras. Escritor y analista internacional., Presidente fundador de la Red Voltaire y de
la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican
en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Es analista y consultante de
varios gobiernos
Este 7 de enero, un comando irrumpe en la sede parisina de
Charlie Hebbo y asesina 12 personas. Otras 4 víctimas han sido reportadas en
estado grave. En los videos se oye a los atacantes gritar «¡Allah Akbar!» y
afirmar después que han «vengado a Mahoma». Una testigo, la dibujante Coco,
afirmó que los individuos decían ser de al-Qaeda. Eso ha bastado para que
numerosos franceses denuncien
el hecho como un atentado islamista. Pero esa
hipótesis es ilógica. La misión del comando no coincide con la ideología
yihadista. Los miembros o simpatizantes de grupos como la Hermandad Musulmana,
al-Qaeda o el Emirato Islámico no se habrían limitado a matar dibujantes ateos.
Habrían comenzado por destruir los archivos de la publicación en presencia de
las víctimas, como lo han hecho en la totalidad de las acciones que perpetran
en el Magreb y el Levante. Para los yihadistas, lo primero es destruir los
objetos que –según ellos– ofenden a Dios, antes de castigar a los «enemigos de
Dios». Y tampoco se habrían replegado de inmediato, huyendo de la policía, sin
completar
su misión. Por el contrario, la habrían realizado hasta el final
aunque eso les costase la vida. Por otro lado, los videos y varios testimonios
muestran que los atacantes son profesionales. Están acostumbrados al manejo de
armas y sólo disparan cuando es realmente necesario. Su indumentaria tampoco es
la de los yihadistas sino más bien la que caracteriza a los comandos militares.
Su manera de ejecutar en el suelo un policía herido, que no representaba un
peligro para ellos, demuestra que su misión no era «vengar a Mahoma». del humor
no muy fino de Charlie Hebdo. Los atacantes hablan bien el idioma francés y es
muy probable que sean franceses, lo cual no justifica la conclusión de que todo
sea un incidente
franco-francés. Por el contrario, el hecho de que se trata de
profesionales nos obliga a separar estos ejecutores de quienes dieron la orden
de realizar la operación. Y nada demuestra que estos últimos sean franceses. Quienes
dieron las órdenes que llevaron a la ejecución de este atentado sabían que
estaban provocando una ruptura entre los franceses de religión musulmana y los
franceses no musulmanes. El semanario satírico francés Charlie Hebdo se había
especializado en las provocaciones antimusulmanas, de las que la mayoría de los
musulmanes de Francia han sido víctimas directa o indirectamente. Si bien los
musulmanes de Francia no dejarán seguramente de condenar este atentado, les
será difícil sentir por las víctimas tanto dolor como los lectores de la
publicación. Y no faltarán quienes interpreten eso como una forma de
complicidad con los asesinos. Es por eso que, en vez de considerar este
atentado extremadamente sanguinario como una venganza islamista contra el
semanario que publicó en Francia las caricaturas sobre Mahoma y dedicó
reiteradamente su primera plana a caricaturas antimusulmanas, sería más lógico
pensar que se trata del primer episodio de un proceso tendiente a crear una
situación de guerra civil. La ideología y la estrategia de la Hermandad
Musulmana, al-Qaeda y el Emirato Islámico no predica provocar una guerra civil
en «Occidente» sino, por el contrario, desatar la guerra civil en el «Oriente»
y separar ambos mundos herméticamente. Ni Said Qotb, ni ninguno de sus
sucesores llamaron nunca a provocar enfrentamientos entre musulmanes y no
musulmanes en el terreno de estos últimos. Por el contrario, quien formuló la
estrategia del «choque de civilizaciones» fue Bernard Lewis y lo hizo por
encargo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. No es en El Cairo, en Riad ni en Kabul donde
se predica el «choque de civilizaciones» sino en Washington y en Tel Aviv.
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