HUELE FEO CUANDO 700 JETS PRIVADOS ATERRIZAN
EN LOS ALPES, DONDE LOS MAESTROS
DEL UNIVERSO SE JUNTARON EN DAVOS,
PARA "CONSIDERAR" EL CAMBIO CLIMÁTICO
EN LOS ALPES, DONDE LOS MAESTROS
DEL UNIVERSO SE JUNTARON EN DAVOS,
PARA "CONSIDERAR" EL CAMBIO CLIMÁTICO
Escribe
DAVID BROOKS (*)
Corresponsal de
“La Jornada” de Mexico
en los EE.UU. http://www.jornada.unam.mx/
26 de enero 2015
(*)
DAVID BROOKS (Toronto, 1961), periodista y escritor canadiense-estadounidense
especializado en política. Escribe en el New York Times y en PBS. Corresponsal
de “La Jornada” de México en EE UU. Responsable de la página editorial del Wall
Street Journal, y del Weekly Standard . Autor entre otros de:”En el Paraíso Drive: ¿Cómo vivimos
ahora” (2004), “Bobos in Paradise: La
nueva clase superior y cómo llegaron allí” (2000) y “El Animal Social” (2011),
grandes éxitos editoriales.
Ay, qué lindos. Dicen que están preocupados por todos
nosotros –o sea, el 99 por ciento que no invitaron a su fiesta– y que harán lo
posible por ayudarnos. Algo apesta cuando los ricos de repente expresan su
preocupación por la pobreza y el deterioro del planeta. Algo está sospechoso cuando políticos
prominentes de ambos partidos en Washington, desde precandidatos presidenciales
republicanos
(Mitt Romney, Jeb Bush) hasta demócratas como el presidente Barack
Obama –muchos de ellos millonarios– declaran que su nuevo enfoque es sobre la
gente trabajadora y los pobres. Oxfam emitió un informe en el que señala que si
las tendencias actuales continúan, el uno por ciento más rico captará más
riqueza que el total del restante 99 por ciento para 2016. El año pasado, Oxfam
calculó que el uno por ciento más rico era dueño de 48 por ciento de la riqueza
mundial y señaló que hoy día sólo 80 individuos tenían la misma riqueza neta
que la de 3 mil 500 millones de seres humanos. Algo chistoso ocurre: partes de
la cúpula económica y política se dan cuenta de que su juego está en riesgo, no
por un poderoso enemigo ni por una ola revolucionaria, sino por su propia mano.
O sea, están contemplando, horror, que tal vez Marx tenía
razón. Nada menos que
Christine Lagarde, directora administrativa del Fondo Monetario Internacional,
en una conferencia empresarial en Londres el año pasado, citó al autor del
Capital de que el capitalismo lleva las semillas de su propia destrucción, y
señaló que en tiempos recientes el capitalismo “se ha caracterizado por el ‘exceso’”,
lo cual no sólo llevó a la destrucción masiva de valor durante la gran
recesión, sino también está asociado con el alto desempleo, tensiones sociales
y una creciente desilusión política.. Multimillonarios como George Soros y
Warren Buffett han repetido que el exceso y las consecuencias de la desigualdad
ponen en jaque el juego capitalista (algunos conservadores los han acusado de
traidores a su clase por atreverse a decirlo). Algunos empresarios y
financieros también se
han sumado, y todos ahora hablan de la urgencia de la
inclusión de las masas (bueno, no de todas, tampoco hay que exagerar). No se
refieren sólo a los efectos de todo esto, ya tan documentado, en lo que aún se
llama tercer mundo, sino dentro de los países supuestamente avanzados, cuyas
consecuencias están a la vista en Europa y Estados Unidos. Aquí, en el país más
rico de todos, a pesar de una recuperación económica de cinco años que generó
11 millones de empleos (aunque muchos de salarios inferiores), para la
abrumadora mayoría los ingresos se han mantenido estancados, mientras el uno
por ciento más rico concentra cada vez más riqueza. Eso después de que en la
gran recesión se perdieron 8 millones de empleos y millones más perdieron sus
casas y sus ahorros, todo gracias a algunos de los maestros del universo
reunidos en Davos y sus cómplices políticos en Washington. Son los mismos que
promueven políticas donde siempre hay dinero para la muerte (las operaciones
bélicas y gastos de seguridad nacional siguen al alza), pero no para la vida.
Por primera vez en 50 años, la mayoría de los estudiantes en las escuelas
públicas de Estados Unidos viven en la pobreza. No hay fondos suficientes,
dicen, para
otorgar vivienda, alimento y salud para todos en el país más rico
del mundo, donde casi 16 millones de niños viven en hogares con insuficiencia
alimentaria (cifra que creció de 12.4 millones en 2008, cuando se inició la
presidencia de Obama), y una cifra récord de familias sin techo. Todo esto con
gobiernos republicanos y demócratas, o sea, resultado de un consenso
bipartidista. Y aun así insisten en que el libre mercado, la libre empresa, el
libre comercio y otras libertades son la solución.
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