LAS “INVERSIONES” EXTRANJERAS INCLUYEN
UN MECANISMO QUE
PERMITE A LAS MULTINACIONALES
DENUNCIAR A LOS ESTADOS SI SUS LEYES LES
PERJUDICAN
Escribe
GLADYS MARTÍNEZ LÓPEZ
– Periodista, investigadora
Free Lance.
Integra Equipo Redactor de “Semanario Diagonal” (*) https://www.diagonalperiodico.net/
3 de enero 2015
(*) DIAGONAL comienza a gestarse a mediados de 2003 por
parte de algunas personas que editaban el periódico mensual MOLOTOV, una
publicación que nació como fanzine universitario en Madrid en 1986. Tras un
largo periodo de reflexión, se decidió poner fin al tabloide mensual y poner en
marcha un medio mucho más potente y abierto. El grupo promotor de DIAGONAL,
está formado por unas 30 personas. El
periódico ve la luz el 3 de marzo de 2005
Imagínense una competición
deportiva en la que sólo el equipo A tiene derecho a atacar, mientras que el
equipo B únicamente se puede defender. En el mejor de los casos, el equipo B no
perderá el partido, después de haber invertido tiempo y esfuerzo en frenar la
ofensiva, pero nunca podrá contraatacar, y mucho menos
ganar. Algo parecido,
con consecuencias mucho más graves para las poblaciones, ocurre con el ISDS
(solución de controversias inversor-Estado), un mecanismo de arbitraje presente
en los tratados bilaterales de inversión (TBI) y en muchos tratados de libre
comercio (TLC) que permite a los inversores extranjeros denunciar a un Estado
ante un tribunal de arbitraje privado cuando sientan que algunos de sus
“derechos” han sido vulnerados, por ejemplo, por el cambio de una legislación
que afecte a sus beneficios presentes o futuros. Desde que en 1959 Alemania
firmara el primer TBI con Pakistán, éstos se han ido multiplicando,
principalmente a partir de los años 90, al calor de la expansión de las
políticas neoliberales, hasta alcanzar los 2.811 actuales. Si en 1997 había 19
casos conocidos de denuncias, hoy se acercan a las 600. Pero pueden ser muchos
más, ya que el sistema de arbitraje se hace a puerta cerrada y, como explica
Luis Rico, coordinador del Proyecto de Tratados e Inversiones de Ecologistas en
Acción, “si una de las dos partes pide que no haya comunicación, no la habrá.
Se trata de un proceso poco transparente y sin control ciudadano”. Además, es
un mecanismo unidireccional: sólo la empresa extranjera puede denunciar al
Estado ante estos tribunales, y no al contrario, aunque estas corporaciones
hayan violado derechos humanos o legislación ambiental o laboral. En los
últimos años, muchos han sido los Estados que se han visto obligados a
desembolsar
sumas ingentes de dinero público a multinacionales que los
denunciaron amparándose en el ISDS. Como Ecuador, que pagó en 2012 la mayor
cantidad hasta el momento, 2.300 millones de dólares, a Occidental, una
compañía petrolera estadounidense, después de que el tribunal de arbitraje
decidiera que poner fin al contrato de esta petrolera equivalía a una
expropiación a pesar de que la empresa hubiera violado el contrato. O Eslovaquia,
que se vio obligada a pagar a la empresa aseguradora holandesa Achmea 29,5
millones de euros, el equivalente a todo su presupuesto en Sanidad, cuando el
nuevo gobierno electo decidió revertir el proceso de privatización del sistema
sanitario. Mientras tanto, Egipto espera el resultado arbitral después de que
la empresa Veolia denunciara en 2013 al Estado por sentirse perjudicada por el
aumento del salario mínimo.
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