lunes, 26 de enero de 2015

REDES SOCIALES Y LA ESPIRAL DEL SILENCIO

LOS CIUDADANOS BUSCAN SER RECONOCIDOS SOCIALMENTE 
A TRAVÉS DE SEGUIDORES. Y APARCAN LOS TEMAS 
SOBRE LOS QUE SUS OPINIONES SON MINORITARIAS.

Escribe 
PASCUAL SERRANO (*) 
Fuente “Visiones  Alternativas” 
22 de enero 2015

(*) PASCUAL SERRANO JIMÉNEZ. (Valencia, 1964) es un periodista y ensayista español, muy crítico con los medios de comunicación como grandes grupos. Especializado en política internacional. Se licenció en Periodismo en 1993 en la Universidad Complutense de Madrid. Su último libro es “La comunicación jibarizada”. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes”. Director del sitio alternativo en Internet Rebelión.


Uno de los temas importantes relacionados con el comportamiento humano y la opinión pública que se estudia en comunicación y sociología es la tendencia de la gente a no hablar sobre cuestiones de política en público, o entre sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, cuando creen que su propio punto de vista no es ampliamente compartido. De modo que terminan callando sus opiniones si piensan que no son populares o no van a lograr la aprobación de sus interlocutores. Esta tendencia se llama la "espiral del silencio" y fue desarrollada
en 1974 por la alemana Elisabeth Noelle-Neumann. Según la tesis de esta autora las corrientes de opinión dominantes o percibidas como vencedoras generan un efecto de atracción que incrementa su fuerza final. Los movimientos de adhesión a las grandes corrientes de opinión son un acto reflejo del sentimiento de protección que confiere la mayoría y el rechazo al aislamiento, al silencio y la exclusión. Es más, quienes se identifican con corrientes que no tienen el reconocimiento mayoritario, tratan de ocultar sus opiniones. Téngase en cuenta que Noelle-Neumann estuvo afiliada al partido nazi por lo que, sin duda, sus reflexiones son significativas en el apoyo popular que este movimiento logró entre los alemanes.  La sensación de sentirte de pensamiento minoritario es lo que en el lenguaje coloquial he llamado en alguna ocasión “síndrome de perro verde”. Esa percepción que se tiene cuando, escuchando conversaciones en el autobús, en el mercado o la cafetería, uno llega a la conclusión de que los asuntos y los temas que nos preocupan no tienen nada que ver con lo que le interesa a la gente de alrededor. Pero todo esto era antes de la llegada de internet y las redes sociales. Muchos pudimos pensar que plataformas como Facebook o Twitter

permitirían encontrarnos con nuestros afines y terminar, primero con “síndrome de perro verde”, y segundo con cualquier inhibición social que pudiésemos adoptar como consecuencia del miedo al rechazo y el cambio de actitud en la búsqueda de la aprobación de la mayoría. Los ciudadanos buscan ser reconocidos socialmente a través del número de seguidores, los “me gusta” o los comentarios positivos en las redes. Y para ello, aparcan los temas espinosos o sobre los que consideran que sus opiniones son minoritarias. Eso lo saben bien los community manager que trabajan para pequeñas empresas. Aparte de los contenidos publicitarios han comprobado que, para conseguir seguidores en sus plataformas, deben evitar temas controvertidos y centrarse en asuntos planos que generan consensos: fotos de amanecer, imágenes de niños cándidos, odas al terruño, a la amistad o al amor. Los posicionamientos, si los hay, son al equipo de fútbol local o al deportista de la zona. Que nada chirríe. De ahí que ya tenemos otro nuevo entorno en el que debemos ser díscolos y no aceptar la espiral del silencio, las redes sociales. Y si no nos siguen que no nos sigan, y si no les gusta que no les guste.    

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