“LOGRARON
DETENER EL CONFLICTO”. NO ES POCO.
TAMPOCO ES MUCHO. EL ODIO QUEDÓ.
LAS EXIGENCIAS
DE LOS DOS ESTÁN EN LA MESA.
EE.UU. VIGILA QUE NO CREZCA EL PODER DE RUSIA.
Escribe
OSVALDO BAYER (*)
Columnista habitual
de “Página 12”
Buenos Aires, Argentina
desde Bonn, Alemania
Domingo 15 de febrero 2015
(*) BAYER OSVALDO
JORGE (Santa Fe, Argentina, 18 de febrero de 1927) es un historiador, escritor
y periodista. Estudió Historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania). De
regreso en la Argentina, trabajó intensamente en el canal educativo y cultural
del Ministerio de Educación de la Nación. Es conocido por su activismo a favor
del movimiento anarquista.“Un anarquista y pacifista a ultranza como él se
autodenomina”.
La
guerra. La estupidez máxima de la humanidad. Basta con recorrer la historia de
los conflictos del ser humano. Millones de muertos, ciudades destruidas, la
producción dedicada a mantener en ritmo los balazos que se repartían, los
bombardeos aéreos. Y, por sobre todo, la Muerte. Los niños sin padres, las
escuelas cerradas. El hambre de posguerra. La desolación más absoluta. El conflicto que ya amenazaba estallar. Se logró
algo, no todo. Las exigencias de los dos países están en la mesa de
discusiones. Y Estados Unidos vigila desde cerca esta situación. No quiere que
crezca el poder de Rusia. Rusia, en su dominio de Ucrania, sería el lanzamiento
de un nuevo imperio a la plataforma mundial. Los analistas Jochem Arntz y Damir
Fras escriben en ese sentido: “Si Obama resolviera el envío de armas a Ucrania,
estaría negando su propia Doctrina de la Seguridad Nacional. La actual
redacción de ese papel de estrategia fue presentado el pasado viernes por
la
secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Susan Rice. Allí dice: “Cuanto más
pequeñas sean las huellas militares de Estados Unidos en el mundo, mejor será
para América y también para el resto de los países. La solución está en la
paciencia estratégica. No todos los conflictos se solucionan con el empleo de
las armas”. En esto están de acuerdo Obama y la primera ministra de Alemania,
Merkel. Pero la realidad es otra, los republicanos estadounidenses quieren
hacer poderosa a Ucrania mediante las armas. Y los ministros de Obama son
cambiantes, algunas veces tienen una opinión y a veces otra. Por ejemplo,
Madelene Albright, que fuera ministra de Relaciones Exteriores de Bill Clinton,
ha dicho claramente: “Enviamos armas y ya está”. De acuerdo a la interpretación
de expertos de Estados Unidos no está probado que las fuerzas armadas
ucranianas estén preparadas para esas armas. Para cambiar
esa situación tendrán
que ser enviados expertos norteamericanos para que las entrenen. Pero esto ya
marcaría una intervención militar norteamericana en el actual conflicto
Rusia-Ucrania. También podría ocurrir que esas armas caigan en poder de fuerzas
nacionalistas ucranianas, que hace pocos días trataron de asaltar el Ministerio
de Defensa de Kiev. La realidad es que Rusia sigue enviando ayuda militar a los
separatistas de Ucrania y, además, Putin podría reaccionar enviando más armas.
Justamente, la primera ministra alemana Merkel desea, y lo ha dicho varias
veces: “Crear la paz sin armas”. Es justo lo que exigen muchos políticos
europeos: “Exigir una paz fría en vez de una guerra fría”. En Bruselas, 26
jefes de Estado europeos esperaban a Merkel y Hollande para que informaran de
su misión sobre Ucrania. La primera ministra alemana no abrió demasiadas
expectativas con su primera frase. Dijo: “Lo que logramos es apenas un esbozo
de esperanza”. Pero, sin dudas, ha sido un paso
Ulrich Lücke |
en la dirección justa. Es un
paso hacia la Paz. Los comentarios de la prensa europea sobre un hecho tan
fundamental como el que realizaron los jefes de gobierno alemán y francés fue
bastante pesimista hacia el futuro, si bien las medidas tomadas fueron
consideradas como positivas. En un editorial del diario General Anzeiger, en
Bonn, el periodista Ulrich Lücke se pregunta: “¿Qué pasó con el intercambio de
prisioneros? ¿Qué pasó con el control internacional de la frontera
ruso-ucraniana? ¿Qué ocurrió con el plan de elecciones libres?”. Y también
quedan pendientes: ¿Qué ocurre con el problema de la seguridad económica del
resto de Ucrania? Y la pregunta sobre la autonomía de las regiones del
occidente del territorio ucraniano. Y un interrogante fundamental: ¿Quién puede
impedir que Putin, cuando él lo desee, pueda pegar un golpe de los que él
emplea?
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