sábado, 7 de febrero de 2015

OBAMA A LA INDIA PARA REAVIVAR LA LUCHA CONTRA CHINA

OBAMA, EN SU BATALLA SIMULTÁNEA CONTRA
 RUSIA Y CHINA, CORTEJA ATRAER A LA INDIA 
REANIMANDO EL PROYECTO 
DE “ALIANZA CUATRIPARTITA” DE  BUSH

Escribe 
NAZANÍN ARMANIAN (*) 
Fuente BLOG de la autora 
en “Público.es” de España,
Jueves 5 de febrero 2015

(*) NAZANÍN ARMANIAN (IRANI) Escritora. Periodista free lane. Radicada en España en su exilio desde 1983. Licenciada en Ciencias Políticas y cursa  doctorado en Filosofía. politóloga. Es profesora-tutora de Ciencias Políticas en la UNED y en la Universidad.  Analista especializada en Política Internacional. Autora de 15 libros que han logrado  éxito editorial, a nivel internacional. Entre ellos: “Kurdistán, el país inexistente” (Flor del viento, 2005), “Irak, Afganistán e Irán, 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo” (Lengua de Trapo, 2007) y “El Islam sin velo” (Bronce, 2009) Columnista .habitual en importantes medios de la prensa alternativa americana y europea..


Ni el terrorismo del Estado Islámico, ni la situación de Irak, Siria, Sudán, Somalia, Libia, Palestina o Yemen, ni siquiera el programa nuclear iraní. No hay nada que le quite el sueño a Obama como lo hace el ascenso despacio y sin pausa de China a superpotencia. De ahí que en la “Doctrina  Obama” —de contener a China—, no haya país más importante que la India, pieza clave en su estrategia de Regreso a
Asia. El presidente no ha parado de demostrarlo: la primera cena de Estado, en 2009, la ofreció al primer ministro indio; ha sido el único presidente de EEUU que ha visitado dos veces el país de Gandhi y de Nehru, y lo menos llamativo: es el único presidente de EEUU que nunca ha pisado Pakistán (enemigo férreo de la India), aliado estratégico de Washington desde su fundación en 1947. Tras su primera visita en 2010 a la India y verificar su predisposición a un acercamiento a Occidente, Obama esperó los resultados de las elecciones generales de mayo del 2014 y, una vez que ganó el partido hinduista de derecha extrema Bharatiya Janata (Partido Popular), recibió en septiembre en la Casa Blanca al nuevo primer ministro NarendraModi, a quien EEUU le había denegado el visado en 2005 por su responsabilidad como gobernador en la matanza de unos
1.000 musulmanes por los radicales hinduistas en Gujarat. Pocos meses después, el 26 de enero, un Modi entusiasta con EEUU invita a “Barack” —así le llama en público—, a asistir al desfile del Día de la República.  ¿Y de qué hablaron? ¿De que la India es el primera país con la mayor proporción de personas en pobreza extrema —el 30% del total—? ¿De que ostenta la cifra del 17% de las muertes maternas a nivel mundial? ¿De que el 60% de las personas que defecan al aire libre son indios? ¿De que tenga el mayor número de personas esclavizadas? ¿De que en EEUU unos 50 millones de personas, 13 millones de ellas niños, viven bajo el umbral de la pobreza? ¿O de que ambos países registren datos escalofriantes de violaciones a sus mujeres? ¡NO! Hablaron de negocios, sobre todo de artefactos bélicos, y de cómo India puede convertirse en un contrapeso a China. Reanimando el proyecto de alianza   de la era de George W. Bush, integrada por EEUU, Japón, Australia y la India, impidiendo la formación del eje RIC (Rusia- India- China) propuesto por Moscú. Quintuplicando el nivel de las transacciones entre ambos países para convertirle en su mayor socio comercial, y de paso invertir en sus productos para que compitan con China y absorban su

mercado. Inntroducendose en la estructura militar de la India, dominada por Rusia, mediante la venta de armas, ahora que Modi ha eliminado las leyes que limitaban las inversiones extranjeras en esta industria. Una táctica que, además de dejar mucho dinero, serviría para controlar su política exterior.  Insertandose en la industria nuclear de la India, a pesar de que este país no es firmante del NTP. Para ello, Obama ha intentado resolver dos barreras existentes para sus empresas: anular la ley estadounidense que exige el rastreo del destino final del material nuclear suministrado a un país, y convencer a los indios de que dejen de exigir a las empresas extranjeras responsabilidad jurídica y financiera en caso de accidente. Sin embargo, Modi debe luchar contra el recuerdo de sus ciudadanos del desastre químico de la fábrica estadounidense de pesticidas de Union Carbide, en la región de Bhopal, en 1984, que mató a unas 25.000 personas y dejó a otras decenas de miles afectadas de por vida.    



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