LA MANIPULACIÓN DEL CLIMA COMO ARMA DE GUERRA
HA ESTADO
EN LA AGENDA DE LAS FUERZAS MILITARES
DE EE. UU. Y OTRAS POTENCIAS POR DÉCADAS.
Escribe
SILVIA RIBEIRO (*)
Columnista habitual en
“La
Jornada” de México
Sábado 7 de marzo 2015
(*) SILVIA RIBEIRO – Escritora. Periodista. Militante
ambientalista.Directora para América Latina del Grupo ETC y trabaja en la
oficina de México.. Ha sido periodista y coordinadora de campañas en temas
ambientales. Especialista en cambio climático. Escribe sobre biotecnología y
agro negocios. Impactos de los transgénicos; concentración corporativa,
propiedad intelectual, el papel de la ciencia y las nuevas tecnologías y sus
peligros. Ha dicho: “Es grave e irresponsable el intento de FAO de legitimar
los transgénicos como solución al hambre y la crisis climática”.
En febrero de 2015, la Academia Nacional de Ciencias de
Estados Unidos junto a otras instituciones publicaron dos informes sobre
geoingeniería (propuestas tecnológicas para manipular el clima) que fueron
financiados, entre otros, por la CIA estadunidense. La CIA y otros sectores del
aparato de inteligencia estadunidense han calificado el cambio climático y el
control del clima como factores geopolíticos estratégicos y de seguridad
nacional. En 2009, la CIA abrió
incluso su propio Centro de Cambio Climático y
Seguridad Nacional, pero el Congreso le ordenó cerrarlo en 2012. Esta es quizá
una de las razones por las que decidió patrocinar este proyecto de la Academia
de Ciencias desde 2013. Muchas de las tecnologías propuestas como geoingeniería
tienen alto potencial de utilización hostil. Al respecto, Alan Robock,
climátologo de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, que investiga el tema
de la geoingeniería, expresó preocupación sobre la participación de la CIA en
estos informes. (The Guardian 17/2/2015). El 19 de enero de 2011, Robock
recibió una llamada de los consultores de la CIA Roger Lueken y Michael Canes,
que le preguntaron, entre otras cosas, si otros países estuvieran tratando de
controlar nuestro clima, ¿sería posible detectarlo? Robock contestó que si se
intentara hacer una nube volcánica artificial en la estratosfera –una de las
propuestas sobre las que más se insiste– que fuera lo suficientemente grande,
gruesa y duradera como para afectar el clima, seguramente se vería con
instrumental desde tierra. Otros tipos de geoingeniería, como blanqueamiento de
nubes o naves que arrojen partículas en la atmósfera se podrían detectar
probablemente desde satélites y sistemas de radar existentes. Pero la pregunta
que le quedó pendiente a Robock es si en realidad esas preguntas, más que por
la seguridad nacional de Estados Unidos, estaban dirigidas a saber si otros
países podrían advertir si la CIA manipulara el clima. La manipulación del
clima como arma de guerra ha estado en la agenda de las fuerzas militares de
Estados Unidos –y otras grandes potencias– por décadas.
Por ejemplo, la
Operación Popeye, usada durante la guerra de Vietnam y ahora desclasificada,
hizo llover por mucho tiempo para inundar los caminos y arruinar los cultivos
de arroz de los vietnamitas en resistencia. Desde esos años se conocen también
varios proyectos del gobierno de Estados Unidos para controlar huracanes, que a
diferencia de la Operación Popeye, no han sido referidos por ellos como uso
bélico, pero igualmente tienen ese potencial. En 1996, la Fuerza Área de
Estados Unidos publicó un informe más amplio sobre manipulación climática,
titulado sugestivamente El tiempo atmosférico como multiplicador de la fuerza:
poseyendo el clima en 2025. Robock
señala que en el último Examen cuadrienal de
defensa, publicado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos en 2014, se
reafirma que el cambio climático es una amenaza importante para Estados Unidos
y el resto del mundo. El documento afirma: “Las presiones causadas por el
cambio climático influenciarán la competencia por recursos, al tiempo que
colocan cargas adicionales sobre las economías, las sociedades y las
instituciones de gobierno en el mundo. Estos efectos son multiplicadores de
amenazas que agravan los factores de presión en otros países, como la pobreza,
la degradación ambiental, la inestabilidad política y las tensiones sociales
–condiciones que pueden llevar a actividades terroristas y otras formas de
violencia”.
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