LOS
GOBIERNOS PROGRESISTAS SUDAMERICANOS
NO ATRAVIESAN POR SU MEJOR MOMENTO
DEBEN ENFRENTAR CONTEXTOS NUEVOS
Y MUY ADVERSOS PARA SEGUIR ADELANTE
Fuente:
EDITORIAL de
“La Jornada” de México
Lunes 16 de marzo 2015
“LA
JORNADA” de México. Comenzó a editarse en 1984. Salvo un par de excepciones no
había en el país medios realmente independientes del poder. La prensa en gran
parte era orgánica del régimen. En sus inicios el proyecto no fue bien recibido
por el empresariado, ni por el gobierno de Miguel de la Madrid. La Jornada ha ejercido un periodismo crítico
y responsable. De cobertura informativa, reflexión y esclarecimiento, que han
incrementado su credibilidad. Es hoy uno de los primeros medios del Continente.
Tiene una plana de corresponsales y de columnistas nacionales e
internacionales, que es imposible ver en otro medio de "la gran Prensa" del continente.
Cientos
de miles de personas colmaron ayer las calles de Sao Paulo y otras ciudades de
Brasil para manifestarse en contra del gobierno que preside Dilma Rousseff (Partido
de los Trabajadores, PT) y protestar por las más recientes medidas de política
económica, así como por el escándalo de
corrupción en la empresa petrolera
estatal, Petrobras. En Argentina, en tanto, se gesta una alianza opositora
entre la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR) y la derechista Propuesta
Republicana (Pro) del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, para enfrentar
al gobernante Frente para la Victoria (peronista) de la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner, en momentos en que la mandataria se encuentra acosada
por el suicidio de un fiscal que la había acusado de encubrir a los
responsables del atentado perpetrado en 1994 contra la Asociación Mutual
Israelita Argentina (AMIA). Por su parte, el presidente venezolano, Nicolás
Maduro, enfrenta una renovada ofensiva de la oposición política de su país
combinada con
una escalada de hostilidades por parte de Washington. Ciertamente,
las circunstancias en esas tres naciones sudamericanas son diversas y
distintas, pero hay denominadores comunes insoslayables: los programas de
injerencia y desestabilización –abiertos, en el caso de Venezuela, y discretos,
por lo que hace a Brasil– procedentes de Estados Unidos y Europa occidental; la
reacción de los sectores oligárquicos y mediáticos locales que buscan suprimir
lustros de transformaciones sociales, estrategias de bienestar aplicadas desde
el poder y políticas soberanas e integracionistas; el aparente agotamiento de
los ciclos de expansión económica experimentados por los tres países, y también
el inevitable
desgaste del poder que experimentan los respectivos proyectos
gobernantes y la pérdida de respaldo en sectores de la población. Este último
factor es particularmente perceptible en Brasil, donde la presidenta Rousseff
no parece haber adquirido conciencia del grado de erosión que sufren su partido
y su gobierno y no ha sido, en consecuencia, capaz de ofrecer más respuestas
que un programa de ajuste característicamente neoliberal, como el que puso en
práctica recientemente su ministro de Economía, Joaquím Levy, y que ha golpeado
con particular dureza las finanzas de la clase media. Las protestas masivas de
2012 y el estrecho
margen con que la mandataria consiguió ser relecta el año
pasado habrían debido ser indicios suficientes para que el equipo de gobierno
asumiera la necesidad de reinventarse y de reconectarse con los sectores
sociales que han respaldado el programa transformador del PT desde 2002, algo,
que sin embargo, sigue sin ocurrir. En términos generales, sin ignorar los
desfavorables elementos exógenos que impulsan el desasosiego político y social
en esas naciones hermanas –desde la nunca pausada ofensiva de capitales y
gobiernos externos y de grupos
reaccionarios internos hasta el estancamiento
económico mundial e incluso factores climatológicos, como la sequía en parte
del territorio brasileño–, es claro que el conjunto de los gobiernos
progresistas sudamericanos no atraviesa por su mejor momento y que, después de
tres lustros o más de transformaciones sociales, económicas y políticas, deben
hacer frente a circunstancias nuevas y adversas para seguir adelante. Cabe
esperar que lo logren, porque es difícil imaginar un escenario más trágico que
una restauración oligárquica en uno o varios de los países mencionados.
(…el texto está completo aquí)
No hay comentarios:
Publicar un comentario