DOS INTELECTUALES DE LA ”INTELLIGENTSIA”.
ABORDAN TEMAS EN LENGUAJE
ACCESIBLE,
DEFENDIENDO A LOS MÁS OPRIMIDOS.
SON DE UNA CATEGORÍA CASI EN EXTINCIÓN.
DEFENDIENDO A LOS MÁS OPRIMIDOS.
SON DE UNA CATEGORÍA CASI EN EXTINCIÓN.
Escribe
EMIR SADER(*)
Blog del autor en
“Público.es” España
22 de abril 2015
(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es
profesor Y Doctor de Ciencia Politica de la Universidad de São Paulo (USP) y de
la Universidad do Estado do Río de
Janeiro (Uerj), miembro de CLACSO
(Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Reseña las consecuencias del
modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral
en su Blog que es “Carta Maior”
Las dos Asambleas Generales de CLACSO (Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales), cuando yo era el director del consejo,
fueron cerradas respectivamente por Álvaro García Linera (en Cochabamba, en
2009) y por Eduardo Galeano (en Ciudad de México, en 2012). Estas fueron formas
contundentes de hacer llegar a los expertos en
ciencias sociales del continente
las expresiones más altas del pensamiento crítico latinoamericano
contemporáneo. Uno, Álvaro García Linera, profesor universitario, militante
político, preso y torturado por ello, gran intelectual revolucionario, que
combina un alto nivel de elaboración teórica con la práctica política. Se ha
constituido dentro del importante panorama intelectual latinoamericano. El
otro, Eduardo Galeano, del cual conocemos la insuperable capacidad de captar la
realidad en sus expresiones más cotidianas, al lado de los grandes y crueles
fenómenos globales a partir de su visión humanista y solidaria. Era el mejor
escritor latinoamericano contemporáneo. Los dos se corresponden, de distinta
manera, con lo que se llama intelligentsia – intelectuales críticos, que
abordan los temas más relevantes en lenguaje accesible, defendiendo a los más
oprimidos, humillados, ofendidos. Una categoría – intelectual de la esfera
pública – que está en proceso de extinción. La
vida académica condiciona a la
práctica, de forma que estos intelectuales tienden a ser absorbidos por
demandas burocráticas, a escribir conforme a los cánones de las instituciones
de fomento, a adherirse a especializaciones cada vez más grandes. Y, como
consecuencia de todo ello, a despolitizarse, a distanciarse de los grandes
problemas contemporáneos de nuestras sociedades. Nunca como hoy América Latina
ha tenido la necesidad de intelectuales que pongan su capacidad de reflexión y
de formulación de propuestas alternativas, al servicio del enfrentamiento de
los grandes desafíos que se presentan en nuestras sociedades. Pero – hay que
decirlo – pocas veces, aun más en períodos históricos tan transcendentales como
este, la intelectualidad latinoamericana estuvo tan ausente en la participación
activa de los procesos políticos y de las elaboraciones teóricas vinculadas a
los grandes desafíos que enfrentamos. Hay muchas excepciones, pero
que no se corresponden a todo el potencial del pensamiento crítico de nuestras universidades, de nuestros centros de estudio, y de las distintas formas de práctica intelectual. Sin ese aporte, que favorece la rearticulación entre la teoría y la práctica, la reflexión intelectual se mantendrá intranscendente, mientras que la práctica política sentirá la falta de la capacidad de creación estratégica. La cual necesita un poder de elaboración teórica que capte los grandes
problemas que enfrentamos, y ayude a formular las alternativas para superarlos. Es cierto que entidades que antes convocaban a la intelectualidad a esa participación, que creaban espacios para ello, que se pronunciaban alrededor de los grandes problemas políticos de nuestro continente, ahora se muestran copadas por prácticas burocráticas, despolitizadas, ausentes de la esfera pública, en el plano político e intelectual. Pero, aun así, es posible que los intelectuales se movilicen e intervengan mucho más de lo que han hecho hasta ahora.
Álvaro García Linera |
Eduardo Galeano |
que no se corresponden a todo el potencial del pensamiento crítico de nuestras universidades, de nuestros centros de estudio, y de las distintas formas de práctica intelectual. Sin ese aporte, que favorece la rearticulación entre la teoría y la práctica, la reflexión intelectual se mantendrá intranscendente, mientras que la práctica política sentirá la falta de la capacidad de creación estratégica. La cual necesita un poder de elaboración teórica que capte los grandes
problemas que enfrentamos, y ayude a formular las alternativas para superarlos. Es cierto que entidades que antes convocaban a la intelectualidad a esa participación, que creaban espacios para ello, que se pronunciaban alrededor de los grandes problemas políticos de nuestro continente, ahora se muestran copadas por prácticas burocráticas, despolitizadas, ausentes de la esfera pública, en el plano político e intelectual. Pero, aun así, es posible que los intelectuales se movilicen e intervengan mucho más de lo que han hecho hasta ahora.
(…Texto completo aquí)
No hay comentarios:
Publicar un comentario