LAS EMPRESAS LLEVAN LA COMPETITIVIDAD
HASTA UN LÍMITE
EXTREMO, INFUNDIENDO
ANGUSTIAS, MIEDO Y SÍNDROME DE PÁNICO...
Escribe
LEONARDO BOFF (*)
Fuente Web del autor
Martes 14 de abril 2015
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno
de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la Congregación
para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le
silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de
ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como
Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín
entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas. En
1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood, considerado el
Nobel Alternativo.
El suicidio
premeditado del copiloto Andreas Lubitz de la compañía Germanwings, llevando
consigo a 149 personas, suscita varias interpretaciones. Seguramente había un
componente psicológico de depresión, asociado al miedo de perder el puesto de
trabajo. Pero
llegar a esta solución desesperada de poner voluntariamente fin a
su vida, llevando consigo a otras 149 personas, implica algo muy profundo y
misterioso que necesitamos tratar de descifrar de alguna forma. Actualmente
este miedo a perder el empleo y vivir bajo una grave frustración por no poder
realizar nunca su sueño lleva a no pocas personas a la angustia, de la angustia
a la pérdida del sentido de la vida, y de esta pérdida al deseo de morir. La
crisis de la geosociedad está haciendo surgir una especie de “malestar en la
globalización” replicando el “malestar en la cultura” de Freud. A causa de la
crisis, las empresas y
sus gestores llevan la competitividad hasta un límite
extremo, estipulan metas casi inalcanzables, infundiendo en los trabajadores
angustias, miedo y, no es raro, síndrome de pánico. Se les exige todo: entrega
incondicional y plena disponibilidad, lastimando su subjetividad y destruyendo
las relaciones familiares. Se estima que en Brasil cerca de 15 millones de
personas sufren este tipo de depresión, ligada a las sobrecargas de trabajo. La
investigadora Margarida Barreto, médica especialista en salud del trabajo,
observó, en una investigación llevada a cabo en el año 2010 oyendo a 400
personas, que cerca de la cuarta parte de ellas había tenido ideas suicidas a
causa de la
excesiva exigencia del trabajo. Continúa ella: «es necesario ver el
intento de quitarse la vida como una gran denuncia de las condiciones de
trabajo impuestas por el neoliberalismo en las últimas décadas». Resultan
especialmente afectados los empleados de banca del sector financiero, altamente
especulativo y orientado a la maximización de los lucros.Una investigación
hecha en el 2009 por el profesor Marcelo Augusto Finazzi Santos, de la
Universidad de Brasilia, averiguó que entre 1996 y 2005, cada 20 días se
suicidaba un empleado de banca a causa de las presiones por metas, exceso de
tareas y pavor al desempleo. La
Organización Mundial de la Salud estima que se
suicidan cerca de tres mil personas diariamente, muchas de ellas por causa de
la abusiva presión del trabajo. Le Monde Diplomatique de noviembre de 2011
denunció que entre los motivos de las huelgas de octubre en Francia se encontraba
también la protesta contra el ritmo de trabajo acelerado impuesto por las
fábricas causando nervosismo, irritabilidad y ansiedad. Se volvió a lanzar la
frase de 1968 que rezaba: “metro, trabajo, cama” , actualizándola ahora como
“metro, trabajo, túmulo” . Es decir, enfermedades letales o suicidio como
efecto de la superexplotación del proceso productivo al modo ultra acelerado
norteamericano. Estimo que, en el fondo de todo, estamos frente a aterradoras
dimensiones nihilistas de nuestra
cultura. El término nihilismo fue introducido
en 1793 durante la Revolución Francesa por Anacharsis Cloots, un francoalemán,
y fue divulgado por los anarquistas rusos a partir de 1830, que decían: «todo
está equivocado, por eso todo tiene que ser destruido, y hay que recomenzar de
cero». Después Nietzsche retoma el tema del nihilismo, aplicándolo al
cristianismo que, según él, se opone al mundo de la vida. En la posguerra, en
su seminario sobre Nietzsche, Heidegger va más lejos al afirmar, creo que de
forma exagerada, que todo el Occidente es nihilista porque olvidó el Ser en
favor del ente. El ente, siempre finito, no puede llenar la búsqueda de sentido
del ser humano. Alexandre Marques Cabral dedicó dos volúmenes al tema:
Nihilismo e Hierofanía: Nietzsche y Heidegger (2015). En sectores de la
posmodernidad, el nihilismo se transformó en la enfermedad difusa de nuestro
tiempo, es decir, todo es relativo y, en el fondo, no vale la pena; la vida es
absurda, los grandes relatos de sentido perdieron su valor, las relaciones
sociales se licuaron y está en vigor un aterrador vacío existencial.
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