jueves, 28 de mayo de 2015

COHERENCIA DE POLÍTICAS EN TRATADOS COMERCIALES

EN LOS TRATADOS,  HAY ESTUDIOS CONTRADICTORIOS 
EN AUMENTO O PÉRDIDA DE EMPLEOS TOTALES
  EN VARIOS SECTORES  EN CORTO Y MEDIO PLAZO.

Escribe 
SANTIAGO GONZÁLEZ VALLEJO (*) 
Fuente “Rebelión”  
Miercoles 27 de mayo 2015

(*) SANTIAGO GONZÁLEZ VALLEJO, Periodista. Economista en el área de Servicios de Unión Sindical Obrera (USO).  Miembro cofundador del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Publica en “Rebelión” y varios otros medios  de la prensa alternativa del continente . Se le acredita competencia en el análisis de los Convenios de  Comercio. (entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP) o entre éste último y países del Pacífico (la Alianza Transpacífica, TPP) o entre otros asiáticos,  a través de la APEC, etc.,)


Hay un consenso en admitir que los presupuestos de cooperación al desarrollo son marginales con respecto a los flujos económicos que se producen con el comercio, las inversiones y hasta con las remesas de
los emigrantes de un país. Es muy relevante fijarnos en las causas de la pobreza y la desigualdad y que esas causas sean atajadas por una política al desarrollo. Eso es en el fondo lo que tendría que significar el cambio de paradigma de pasar de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sectoriales y con mirada a los países empobrecidos, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se plantean como universales. de esos objetivos. En el plano laboral, los trabajadores y sindicatos hemos abogado siempre por cláusulas sociales y ambientales en los Tratados comerciales. Una manera de
poner ‘suelo’ y mejorar los estándares laborales. En estos momentos a un lado y otro de los océanos, sea entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP) o entre éste último y países del Pacífico (la Alianza Transpacífica, TPP) o entre otros asiáticos (a través de la APEC), etc., se quieren conformar bloques comerciales donde se quiere que el comercio (y las inversiones y flujos de capital) se incremente sin cortapisas. Que sea el precio el que marque la competencia. No el cómo se produce, ni cómo se
distribuya la cadena de producción y la participación de los beneficios de la misma. Rebajar aranceles, liberalizar inversiones y flujos de capital. Sortear a la Organización Mundial del Comercio y no buscar mecanismos compensadores, de control y participación. Tampoco, el cómo evitar los paraísos fiscales o la elusión fiscal de las multinacionales. Los negociadores de esos acuerdos repiten que se respetarán las normas internas y reglamentos de cada parte en múltiples temas, entre ellos, el laboral. En lo que respecta al plano económico-laboral siempre hay estudios contradictorios que
señalan aumento o pérdida de empleos totales y muy dispares en determinados sectores y territorios en el corto y medio plazo. Poco o nada se ha puesto a la luz sobre la mejora o pérdida de las condiciones laborales que se desarrollarían una vez que esos acuerdos estuvieran en vigor y en plena aplicación. Pero el comercio, con esas leyes selváticas, lo que produce es un aumento de las desigualdades, según si la empresa, sector e incluso región, están especializadas en bienes o servicios que cuentan con una mayor demanda por ser un bien ‘diferente’, escasez, precio, cualificación laboral, etc., frente a lo contrario, producto homogéneo, no diferenciado, hecho por una oferta
grande. Por eso hay que fijar ‘suelos’ normativos, las Convenciones Fundamentales de la OIT. Pero también reclamar el trabajo decente y el diálogo social para lograr estándares mejores en cada país. Y las prisas de los gobiernos en crear toda una red de acuerdos comerciales, sin haber paralelamente consolidado una equiparación normativa socio-laboral, quiere decir que ellos apuestan por un incremento de la competencia desleal que desarbole las condiciones laborales de todos los países, incluyendo a los de los países desarrollados. Éstos no serán competitivos en muchos sectores porque los precios de muchos productos, de libre acceso en su mercado, podrán ser realizados en otras zonas con unos costes laborales (porque no hay negociación
colectiva, por ejemplo) y ambientales inferiores. Si bien, ese dumping ha existido siempre, la globalización y las prácticas a ella asociados (elusión de las multinacionales, facilidad de transporte, incremento del comercio,..) ha agravado y puede agravar aún más la perversión del comercio. Por ejemplo, podemos fijarnos en la desigual ratificación en un lado y otro del Atlántico, UE-EE.UU, de las Convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Estados Unidos no ha ratificado seis de las ocho principales convenciones de la OIT, entre ellas las que conciernen a la libertad sindical (nº 87) y a la negociación colectiva (nº 98). Sólo ha ratificado 14 de los 189 actuales convenios internacionales. Por el contrario, todos los países de la Unión Europea han ratificado los ocho convenios fundamentales, y en el caso de España, por ejemplo, se han ratificado 133 de los 189 vigentes. Como sobre cosas de espíritu hay bastante escepticismo, es rechazable esa postura acomodaticia a favor de los ‘business’. No es suficiente que se hable en ese o en otro Tratado de ‘trabajo decente’, una supuesta concesión a los sindicatos que, al despreciar una posible inserción normativa, lo devalúa

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