VEO AL MENOS CUATRO INSTITUCIONES RESPETABLES, QUE SON:
BANCOS, CORPORACIONES, CENTROS TECNOCRÁTICOS
Y ESPECIALMENTE ME REFIERO A PARTIDOS POLÍTICOS.
CUATRO DINOSAURIOS DE LA CIVILIZACIÓN INDUSTRIAL.
CUATRO DINOSAURIOS DE LA CIVILIZACIÓN INDUSTRIAL.
Escribe
VÍCTOR M. TOLEDO (*)
Fuente
“La Jornada” de México.
Martes 26 de junio 2015
(*) VÍCTOR M TOLEDO (Mexico) Doctor en
ciencias, Investigador de Etnoecología
del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Autor de más de 100 publicaciones científicas. Editó 8 libros.,.Ha realizado
valiosas aportaciones sobre las relaciones entre las culturas indígenas y la
naturaleza. Militante .politico y social. Periodista .
Si estamos inmersos en una
transformación civilizatoria, en una época en que todo lo sólido se desvanece
en el aire, se hace necesario el cuestionamiento radical de aquellos puntales
del mundo moderno que
hoy operan como fuentes invisibles de la crisis. El asunto no es sencillo porque no sólo entre los defensores del sistema, sino incluso entre aquellos que buscan remplazarlo existe un conjunto de mitos que parecen inamovibles o intocables. La diferencia entre una crisis social (digamos del capitalismo) y una crisis de civilización es que la segunda requiere de una actitud radicalmente diferente, pues se trata de modificar todo un
estilo de vida y de reformular los principales bastiones, las costumbres, las vías normales de la reproducción social. Visualizo la desaparición, gradual o súbita, de al menos cuatro instituciones tan decentes y respetables como los bancos, las corporaciones, los centros cientificistas y tecnocráticos y los partidos políticos. Se trata de cuatro pesados dinosaurios de la civilización industrial. En esta ocasión me ocupo de los partidos y utilizo el caso de México para ilustrarlo. No sólo en el país, sino en buena parte del mundo los partidos políticos sufren un notable
deterioro moral, una falta de eficacia y se han convertido en simples administradores de los intereses de los poderes económicos, del capital corporativo. Lejos ha quedado el mundo de las ideas, pues los partidos son por lo común bolsones neutros o anodinos, que rara vez representan los intereses de la ciudadanía. Surge entonces la pregunta, ¿realmente se necesitan partidos políticos para elegir a los gobernantes y para hacer funcionar los procesos democráticos? Veamos lo que sucede en México en vísperas de las elecciones de 2015. En el país existen dos mecanismos para elegir representantes sin partidos políticos. El primero es el derecho que tienen los pueblos originarios o indígenas para elegir de manera directa a sus autoridades a escala comunitaria y municipal. Esta vía ha sido formalmente promulgada en, por ejemplo, el estado de Oaxaca, y se utiliza en 80 por ciento de los
570 municipios. Por vez primera en la historia electoral del país, y gracias a una reforma constitucional concretada en 2012, en México son ya válidas las candidaturas independientes, es decir, candidatos a todos los niveles sin pertenencia a un partido político. Para las elecciones de 2015, 122 ciudadanos solicitaron en diciembre del año pasado ser avalados como candidatos independientes por la autoridad electoral. De éstos el INE aprobó 52, entre los cuales 17 aspiran a ser gobernadores. (…..)México vive una situación bochornosa. Es el tercer
país con mayor número de asesinatos dolosos en el mundo, después de Siria e Irak, y mantiene el mismo porcentaje de población en pobreza desde hace 30 años. México requiere urgentemente de cambios profundos y la vía electoral enfrenta una crisis de legitimidad. Noventa por ciento de los mexicanos desconfía de los partidos políticos y el árbitro electoral ha tolerado tres grandes fraudes en la elección presidencial (1988, 2006 y 2012). Hoy resulta obligatorio plantearse seriamente la
posibilidad de utilizar los procedimientos legales, aún limitados, para acceder al poder político sin partidos. Una real convergencia de movimientos sociales en resistencia, organizaciones independientes e iniciativas y fuerzas emancipadoras podrían dar la sorpresa en 2018. El cambio se avecina y no necesita de partidos políticos. Ambas rutas, resquicios ganados al monopolio de los políticos (partidocracia), son de enorme interés porque conforman ventanas para una democracia directa y participativa.
hoy operan como fuentes invisibles de la crisis. El asunto no es sencillo porque no sólo entre los defensores del sistema, sino incluso entre aquellos que buscan remplazarlo existe un conjunto de mitos que parecen inamovibles o intocables. La diferencia entre una crisis social (digamos del capitalismo) y una crisis de civilización es que la segunda requiere de una actitud radicalmente diferente, pues se trata de modificar todo un
estilo de vida y de reformular los principales bastiones, las costumbres, las vías normales de la reproducción social. Visualizo la desaparición, gradual o súbita, de al menos cuatro instituciones tan decentes y respetables como los bancos, las corporaciones, los centros cientificistas y tecnocráticos y los partidos políticos. Se trata de cuatro pesados dinosaurios de la civilización industrial. En esta ocasión me ocupo de los partidos y utilizo el caso de México para ilustrarlo. No sólo en el país, sino en buena parte del mundo los partidos políticos sufren un notable
deterioro moral, una falta de eficacia y se han convertido en simples administradores de los intereses de los poderes económicos, del capital corporativo. Lejos ha quedado el mundo de las ideas, pues los partidos son por lo común bolsones neutros o anodinos, que rara vez representan los intereses de la ciudadanía. Surge entonces la pregunta, ¿realmente se necesitan partidos políticos para elegir a los gobernantes y para hacer funcionar los procesos democráticos? Veamos lo que sucede en México en vísperas de las elecciones de 2015. En el país existen dos mecanismos para elegir representantes sin partidos políticos. El primero es el derecho que tienen los pueblos originarios o indígenas para elegir de manera directa a sus autoridades a escala comunitaria y municipal. Esta vía ha sido formalmente promulgada en, por ejemplo, el estado de Oaxaca, y se utiliza en 80 por ciento de los
570 municipios. Por vez primera en la historia electoral del país, y gracias a una reforma constitucional concretada en 2012, en México son ya válidas las candidaturas independientes, es decir, candidatos a todos los niveles sin pertenencia a un partido político. Para las elecciones de 2015, 122 ciudadanos solicitaron en diciembre del año pasado ser avalados como candidatos independientes por la autoridad electoral. De éstos el INE aprobó 52, entre los cuales 17 aspiran a ser gobernadores. (…..)México vive una situación bochornosa. Es el tercer
país con mayor número de asesinatos dolosos en el mundo, después de Siria e Irak, y mantiene el mismo porcentaje de población en pobreza desde hace 30 años. México requiere urgentemente de cambios profundos y la vía electoral enfrenta una crisis de legitimidad. Noventa por ciento de los mexicanos desconfía de los partidos políticos y el árbitro electoral ha tolerado tres grandes fraudes en la elección presidencial (1988, 2006 y 2012). Hoy resulta obligatorio plantearse seriamente la
posibilidad de utilizar los procedimientos legales, aún limitados, para acceder al poder político sin partidos. Una real convergencia de movimientos sociales en resistencia, organizaciones independientes e iniciativas y fuerzas emancipadoras podrían dar la sorpresa en 2018. El cambio se avecina y no necesita de partidos políticos. Ambas rutas, resquicios ganados al monopolio de los políticos (partidocracia), son de enorme interés porque conforman ventanas para una democracia directa y participativa.
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