jueves, 18 de junio de 2015

¿ALIANZA DE PUTIN Y EL PAPA?

QUIZÁ SUENE HIPERBÓLICO PARA EL PÚBLICO OCCIDENTAL. 
LA PRENSA RUSA DESLIZA LA ASOMBROSA PREGUNTA 
INVOLUCRANDO A PUTIN Y EL VATICANO...

Escribe 
ALFREDO JALIFE-RAHME (*) 
Analista internacional en
 “La Jornada” de México
Miercoles 17 de Junio 2015

(*) ALFREDO JALIFE-RAHME- (LIBANO 1948) Escritor y periodista. Analista de origen libanés. Radicado en México. Especializado en relaciones internacionales, economía, geopolítica y globalización. Profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Editorialista y maestro de postgrado.  Publica crónicas sobre sus especialidades en el diario “La Jornada” de Mexico, semanario “Contralínea” y  varios otros medios del continente y Europa. Edito varios libros de gran éxito editorial, Último publicado: “El Híbrido Mundo Multipolar: un Enfoque Multidimensional” 


Quizá suene hiperbólico para el público occidental, no se diga el católico-latinoamericano, pero un sector de la prensa rusa desliza la asombrosa pregunta sobre la eventual alianza entre Putin y el
Vaticano (http://goo.gl/cCLU6L), como consecuencia de la visita del zar ruso al papa Francisco, en medio del mantenimiento de las sanciones a Rusia del G-7, en su cumbre en Baviera, región católica de Alemania que ostenta un triple empate porcentual entre católicos, luteranos y no creyentes, sin contar su 5 por ciento de islámicos. Después de casi 500 años de Lutero y su Reforma, el catolicismo regresó con fuerza en Alemania. Putin coquetea con los casi mil 300 millones de católicos del mundo y, en particular, con dos países católicos del G-7: Francia e Italia. La jugada de maestría estratégica de Putin repercutió en Latinoamérica,

la mayor concentración de católicos en el mundo y región a la que pertenece el Papa jesuita argentino, y hasta en el mismo seno de Estados Unidos, que cuenta con 25 por ciento de católicos (80 millones) y cuarto en el ranking global de poblaciones católicas, detrás de Brasil, México y Filipinas.Putin aprovechó la Feria de Milán para entrevistarse con el presidente Sergio Mattarella y el premier Matteo Renzi, además de saludar efusivamente a su amigo
Silvio Berlusconi y visitar al Papa. Rusia y el Vaticano restauraron sus relaciones diplomáticas apenas hace seis años. CNN comentó sobre la relevante visita que después de todo Rusia no estaba tan aislada (http://goo.gl/7j0AVc ), en contraste de la agencia Afp, muy cercana a la cancillería francesa, que juzgó que ello no sacaría al líder del Krem­lin de su aislamiento (http://goo.gl/otZOSX ). El portal Nakanune.ru, traducido por Kristina Rus, pregunta la razón por la cual el Papa bendijo (¡supersic!) a Putin en su lucha contra la nobleza europea anticristiana (sic), mientras el embajador de Estados Unidos ante el Vaticano, Kenneth Hackett, exhortaba al pontífice a tomar una postura más dura sobre
laintegridad territorial de Ucrania (http://goo.gl/PZSoAb ). El portal A l-Manar, de los chiítas libaneses de Hezbolá, aduce que Putin es un interlocutor precioso (sic) para el Vaticano, que ha dejado perplejo (sic) a Estados Unidos (http://goo.gl/vRNehm ). Ante la intensificación del asedio de la OTAN en la periferia inmediata de Rusia, Putin calmó la tempestad bélica al declarar que no hay necesidad de temer a Rusia (http://goo.gl/mWG4N2 ). Putin es un ferviente creyente en la religión ortodoxa (283 millones de feligreses en el
mundo), que se extiende desde Bielorrusia, pasando por el Transcáucaso (Georgia y Armenia) hasta los Balcanes (Serbia, Bulgaria, Rumania, Grecia, etcétera). Putin y el Papa abordaron el contencioso de Ucrania (http://goo.gl/wXG74j ), la situación de los cristianos en el Medio Oriente y los valores universales y humanitarios que unen ampliamente a los mundos católico y ortodoxo. Putin regaló al líder espiritual de Occidente varios volúmenes de la enciclopedia ortodoxa, mientras la perpleja élite
occidental aún interpreta el simbólico regalo del Papa de un ángel de la paz (¡supersic!), que no le hubiera dado a Putin si lo considerara agresor o de haber iniciado la guerra en Ucrania, y menos si es anatemizado como una amenaza a la civilización occidental, según la prensa rusa, que también considera que el premio Nobel de la Paz de Obama carece de sustento, ya que después de haberlo recibido ha librado muchas guerras. Independientemente de la hermenéutica a la
que se libran los analistas, una cosa es segura: la recepción de Putin por el Papa sorteó muchos obstáculos, como la oposición relevante de la minoritaria iglesia griego-católica de Ucrania, los uniatas, de un millón en número, cuyo patriarca fustigó la reunión. El segundo encuentro con Putin desde que accedió el Papa superó grandes escollos, como las rencillas históricas, que expone en forma cruda Valery Korovin, director del Centro del Conocimiento Geopolítico, quien fulminó que desde los días del Concilio de Florencia, del siglo XV, el proselitismo católico ha intentado destruir la civilización oriental y el Estado ruso, por lo que aconsejó que no se confíe Putin, quien puede tener la misma suerte que alguno de los zares rusos.    

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