¿HAS PENSADO QUÉ OCURRE CON LAS TONELADAS DE TECNOLOGÍA
QUE EL PRIMER MUNDO DESECHA A DIARIO? ¿SABES DÓNDE ACABA
LA VIDA DE LOS MÓVILES OBSOLETOS Y LAS TELES DE CULO GORDO?
Escribe
MARAH VILLAVERDE (*)
Fuente
“Revista Digital Argentina”
Publica
“Eco Portal”
Domingo 16 de agosto 2015
(*) MARAH VILLAVERDE. (España) Bloguera,
fotógrafa, traductora, Actividades de fotografía - Audiovisuales en
MADRID. Periodista free lance. Ver el
perfil profesional de Marah Villaverde (España) en LinkedIn tthps://es.linkedin.com/in/ Escribe en
geekpunto.com , y en su vida offline disfruta de los gatos, la lluvia, el mar,
el cine y las letras. Blog: http://geekpunto.com
Nos encanta la tecnología. Morimos
por estar siempre a la última, Disfrutamos sacando despacio ese nuevo de su caja, despegando las láminas de
plástico con el trato exquisito, reverencial, que guardamos
solo para los
objetos más preciados y mostramos
nuestro nuevo y reluciente dispositivo a todo aquel que se nos ponga por
delante. Con cierta desgana pretendida,
como si gracias a ese smartphone nuevo fuéramos más guapos, más listos,
como si no lleváramos meses ahorrando para comprarlo El brillo de lo nuevo nos desancla, de lo que
queda atrás.
La mayoría de nuestra basura
electrónica acaba en dos enormes
vertederos, dos pequeños infiernos, cada uno en una esquina del
mundo y muy
lejos como para que puedan quitarnos el sueño. Uno de ellos es la ciudad de
Guiyu, en Guandong, China, que lleva 20 años recibiendo basura electrónica. Donde,
de una forma u otra, cobran vida la mayoría de nuestros gadgets es también el
que los recibe de vuelta cuando terminan su vida útil. Guiyu es el mayor
basurero tecnológico de China, y aunque la fabricación y montaje de componentes
electrónicos sea una industria del más alto nivel, su reciclaje y
descomposición
, definitivamente, es todo lo contrario.
El apocalíptico paisaje de Guiyu
muestra, hasta donde alcanza la vista, montañas de dispositivos electrónicos
desechados entre rudimentarias chabolas callejeras a modo de taller, en las que
los trabajadores, equipados solo con herramientas manuales, desmontan los
componentes con métodos nada tecnológicos. Las bobinas de los transformadores
se desenredan a mano para extraer el cable; las placas se introducen en hornos
al rojo y se sumergen en ácido para conseguir escasas virutas de sus preciados
metales. Guiyu es el segundo lugar con más polución del planeta, y desde hace
años se la conoce como “Ciudad Veneno”: el aire está saturado de gases tóxicos,
y el suelo, envenenado con altas dosis de plomo, aluminio, cromo y otros
metales pesados.
Ni siquiera el agua es potable,
por culpa de los altos niveles de plomo en el sedimento del río. La población de Guiyu sufre altísimo índice de enfermedades: dolencias
respiratorias y cutáneas, úlceras, migrañas… los niños de la ciudad, con
síntomas de intoxicación por
plomo, y su nivel de inteligencia es muy menor a
la media nacional. China aprobó hace tiempo una ley prohibiendo la importación
de residuos electrónicos, pero el daño ya estaba hecho. Aunque cada día siguen
entrando toneladas de basura, el grueso de la exportación se ha ido moviendo
hacia países con leyes más permisivas, como Ghana. La mayor parte de la basura
tecnológica se disfraza para su exportación como donativos o material usado,
cuando no es más que chatarra altamente tóxica.
El panorama de Agbogbloshie, un
suburbio de Accra, es igualmente desolador: lo que antes fue un humedal al que
acudían los
habitantesde las ciudades cercanas a pasar su tiempo de ocio es,
ahora, un cementerio electrónico inundado de montañas de basura y marañas de
cables y plástico ardiendo, en el que cientos de personas, en su mayoría
jóvenes, escarban con palos entre la basura y prenden fuego a los desperdicios,
esperando que el plástico y la goma derretidos hagan asomar unos gramos de
preciado cobre. Casi todos los que malviven en este vertedero son inmigrantes
provenientes del norte de Ghana o de Costa de Marfil, y llegan a
Agbogbloshie
con la esperanza de ganar un dinero rápido y poder partir, en pocas semanas.
Algunos son conscientes del
riesgo que corren, pero la mayoría trabaja con las manos desnudas, e incluso
recorren el vertedero en chanclas. La cruda realidad es que casi nadie consigue
su objetivo: pronto empiezan a aparecer los problemas de salud.. Para cuando han
conseguido reunir algo de dinero, tienen que gastarlo en medicinas y
somníferos, y se ven obligados a seguir haciendo lo
mismo para volver a ganar lo gastado. El círculo
vicioso nunca se cierra en Agbogbloshie:
la mayoría de las personas que trabajan allí morirán de cáncer antes de cumplir
los 30 y sin haber recibido educación de ningún tipo. según
un informe de la United Nations University solo durante 2014 se produjeron casi
42 millones de toneladas de basura tecnológica, y menos de una sexta parte se
recicló o reutilizó correctamente. Para 2018, se espera que la cifra aumente
hasta los 50 millones de toneladas.
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