ENTIENDO POR PROGRESISMO GOBIERNOS QUE INTENTARIAN
CAMBIOS EN LO DEL "CONSENSO DE WASHINGTON", PERO
NO
SE MOVIERON DEL CAPITALISMO EXTRACTIVO Y FINANCIERO…
Escribe
RAÚL ZIBECHI (*)
Fuente
Publica “Rebelión”
4 de Agosto 2015
(*)
RAÚL ZIBECHI- (Uruguay 1952) Periodista,
docente, investigador y escritor uruguayo. Analista internacional en Red
Voltaire. Logró en 2003 Premio José Martí por sus crónicas sobre Argentina.
Publica en “La Jornada” de Mexico y diversos medios alternativos en el
continente y del exterior, incursiona en una visión panorámica sobre las luchas
sociales en nuestra América. Tiene a su cargo la sección internacional de “Brecha” (Uruguay).
Profesor en “Multiversidad Franciscana” de América Latina
En la medida que el ciclo
progresista latinoamericano se está terminando, parece el momento adecuado para
comenzar a trazar balances de largo aliento, que no se detengan en las
coyunturas o en
datos secundarios, para irnos acercando a diseñar un panorama
de conjunto. De más está decir que este fin de ciclo está siendo desastroso
para los sectores populares y a las personas de izquierda, nos llena de
incertidumbres y zozobras por el futuro inmediato, por el corte derechista y represivo
que deberemos afrontar. Decir progresismo suena demasiado vago, porque en esa
categoría pueden entrar procesos bien distintos. Entiendo por progresismo
aquellos gobiernos que han
intentado cambios en lo que fue el Consenso de
Washington, pero nunca aspiraron a trascender el capitalismo en su fase
extractiva y financiera.
Los gobiernos de Brasil,
Argentina, Uruguay, Chile y Ecuador, así como Paraguay cuando fue gobernado por
Fernando Lugo, entran de lleno en esa categoría. Los de Venezuela y Bolivia
merecen un trato aparte, ya que han declarado su voluntad de trascender la
realidad que heredaron y no sólo administrarla. ¿Por qué incluir al gobierno
ecuatoriano de Rafael Correa en esa lista? Porque la relación con los
movimientos sociales
hace la diferencia. Los movimientos populares de Ecuador,
indígenas, obreros y estudiantiles, están convocando un gran paro nacional para
el 13 de agosto contra un gobierno autoritario, que persigue a dirigentes y
organizaciones populares. En toda la región sudamericana arrecian las campañas
de las derechas mediáticas y los grupos empresariales, alentados por los
Estados Unidos, para modificar los equilibrios de fuerzas a su favor. Pero
asistimos también a una reactivación de los movimientos
populares, de modo
particular en Brasil, Chile, Ecuador y Perú, siempre en contra de un modelo que
sigue concentrando la riqueza y frente a gobiernos que no han realizado cambios
estructurales.
A mi modo de ver, es en Brasil
donde se está produciendo un debate más profundo sobre los doce años de
gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) encabezados por los presidentes
Lula da Silva y Dilma Rousseff. Quizá porque Brasil representa la mitad de la
región sudamericana en
términos de población y producción, por su innegable
trascendencia regional y global y, sobre todo, porque el PT fue creado desde
abajo por sindicalistas, exguerrilleros y comunidades eclesiales de base,
siendo el mayor partido de izquierda de América Latina, el impulsor de los
foros sociales con los movimientos y del Foro de São Paulo con los partidos de
izquierda. El filósofo marxista Paulo Arantes, situado a la izquierda del PT y
referente de
buena parte de los debates sobre las izquierdas, sostiene que el
país y la izquierda están cansados y exhaustos. «Agotamos por depredación
extractivista el inmenso reservorio de energía política y social almacenada a
lo largo de todo el proceso de salida de la dictadura», sostiene en una de sus
últimas intervenciones (“Correio da Cidadania”, 15 de julio de 2015).
La energía agotada es de carácter
ético, es la que permitió la creación del PT, de la central sindical CUT y del
Movimiento Sin Tierra, las principales organizaciones sociales y políticas del
país. La exigencia
de resultados rápidos, «un deterioro social jamás visto»,
que resume en «el derecho de los pobres al dinero», es en su opinión una de las
claves del fin de ciclo al que se asiste. Donde siempre se había priorizado la
dignidad de la clase trabajadora, aparece una gama de preocupaciones que se
centran en administrar en vez de vez de transformar, apostando todo al
crecimiento de la economía, sin más objetivos. El sociólogo Francisco de
Oliveira es uno de los intelectuales más respetados, fue fundador del PT en los
estertores de la dictadura (1980) y luego del PSOL (Partido Socialismo y
Libertad) cuando el Gobierno de Lula implementó reformas neoliberales (2004).
Acuñó el concepto de «hegemonía al revés» para explicar cómo los ricos
consentían ser políticamente conducidos por los dominados, con la condición de
que no cuestionaran la explotación capitalista. En su opinión eso sucede tanto
en Brasil como en Sudáfrica bajo los gobiernos del Congreso Nacional Africano.
(…la nota completa de Raul
Zibechi)
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(... que esta aqui en la columna a su derecha)
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